Envejecer con sida es algo que las generaciones que contrajeron la enfermedad no consideraban en los años 80 y 90. El tiempo pasó y contra todo lo esperado entonces lograron envejecer, pero esto implica que muchos ven multiplicarse sus problemas de salud y también los económicos.
El sida casi mató a Lou Grosso hace 30 años. Pero a lo que no estaba preparado este estadounidense es al último parte de su médico: tiene problemas cardíacos. Con 57 años, Lou también sufre dolores en las articulaciones y pérdida de memoria. De los 14 medicamentes que toma a diario, sólo tres son para luchar contra su condición de seropositivo.
«Siempre les digo a mis médicos: ustedes se preocupan por el VIH pero yo moriré de un ataque al corazón», explicó el paciente. «Esto me preocupa, tengo una vida agradable, no tengo ganas de morir porque mi cuerpo piense que tengo 80 años», agregó.
Cuando la atención -y los fondos- fueron destinados en los últimos años para luchar contra los estragos que provocó la epidemia en África, los especialistas se preocupan ahora por esta nueva crisis del VIH.
Con la creación hace 15 años de los antirretrovirales y la triple terapia, una generación de personas portadoras del virus sobrevivió y envejeció. Sus complicaciones de salud son inéditas, así como los efectos de la enfermedad a largo plazo y los problemas financieros que no pensaban llegarían a afrentar.
Lou Grosso, pionero en la programación de aplicaciones informáticas en los años 80, aún se sorprende por haber vivido suficiente para ver nacer los sitios web. Pero lo tiene preocupado sentirse con un espíritu menos vivaz y con pérdidas de memoria a corto plazo.
Un estudio reciente reveló que el 52% de los estadounidenses seropositivos sufren disturbios cognitivos, contra 10% entre los seronegativos. Los portadores de VIH mayores de 55 años son tres veces más pasibles de sufrir una enfermedad crónica, como la osteoporosis, diabetes o cáncer, que las personas seronegativas de 70 años, según un estudio de la American Academy of HIV Medicine.
Al comienzo de la epidemia, los pacientes del servicio del doctor Brad Hare, que atiende a Lou Grosso, en el Hospital General de San Francisco (California), morían muy jóvenes.
Hoy más de una cuarta parte superan los 50 años, según el Centro de Control y de Prevención de las enfermedades (CDC) y la edad promedio de las 3.000 personas atendidas por el servicio del Dr. Hare es 47 años.
«Los pacientes dicen que los agota: luchamos contre el VIH durante 30 años, logramos controlarlo y aparece una nueva batería de problemas de salud», explica el médico.
Los científicos recién empiezan a examinar el origen de estos nuevos problemas, para determinar si están vinculados a la enfermedad misma, a los medicamentos o si son simples señales que aparecen con la edad.
Pero el combate de quienes envejecen con el sida va más allá de estas complicaciones. Los médicos también se preocupan por pacientes como Vicky Davidson quien, deprimida por un largo invierno solitario, estuvo a punto de dejar el tratamiento contra el sida.
Contagiada tras recibir en 1986 una transfusión sanguínea, fue operada dos veces de la cadera con 50 años y sufre de fatiga crónica. Pero lo que más la entristece es su aislamiento social.
«No quiero que la gente piense que soy una llorona, entonces hago de cuenta que no es grave, pero en los momentos de soledad, necesitaría tener un compañero», afirma.
El asunto financiero también es crucial para quienes no esperaban vivir tantos años.
Homer Hobi, de 65 años, cuenta que hace poco encontró trabajo en una agencia inmobiliaria. En los años 90 había legado su casa, su empresa y buena parte de sus ahorros a su ex mujer, pese a oponerse el abogado que se encargó de su divorcio.
«Ni un solo médico de los que me atendieron en ese entonces imaginaba que seguiría con vida 10 años más tarde», indicó.