Fumar cigarrillos causa el 90% de los cánceres de pulmón, el más común y la principal causa de muerte en el mundo por enfermedad oncológica en los hombres. Además, existen evidencias claras que relacionan al consumo de tabaco con una serie de tumores y de padecimientos pulmonares y cardiovasculares. Durante el embarazo, producto de este hábito, aumenta la incidencia de partos prematuros, abortos y muerte fetal.
Tabaquismo y cáncer de pulmón
Según cifras publicadas por el Instituto Nacional del Cáncer, al medir el impacto de esta enfermedad sin discriminar por sexos, el cáncer de pulmón en 2008 fue responsable de 8.916 defunciones, que representa el 86,6% de los casos nuevos que se estiman por año de esta enfermedad.
El hábito de fumar también aumenta el riesgo de padecer otros cánceres: vejiga, páncreas, riñón, laringe, esófago, hígado, colorrectal y cuello de útero. Además, podría haber una asociación con el cáncer de mama.
El humo del tabaco causa de la mayoría de los casos de cáncer pulmonar, siendo el factor de riesgo más importante. Cuanto mayor es la exposición, mayor es el riesgo de padecer, en algún momento, esta enfermedad. Aumenta con el número de años y de cigarrillos diarios fumados y la exposición a estas sustancias no sólo comprometen la salud del fumador, sino también la de quienes tienen contacto regular con los tóxicos del cigarrillo, es decir, los fumadores pasivos.
Los antecedentes familiares y personales también suman. Las personas con padre, madre, hermano o hermana que padecieron cáncer de pulmón pueden tener un leve aumento en el riesgo, aunque no fumen. En aquellos que ya han batallado contra la enfermedad y recibieron radioterapia aumentan las posibilidades de padecer un segundo tumor en el área.
La edad también constituye un factor de preocupación en términos de esta enfermedad, que frecuentemente se diagnostica en personas mayores de 65 años y es poco común que sea detectada antes de los 40 años.
Existen también factores ambientales que pueden aumentar levemente el riesgo de sufrir la afección, como la contaminación del aire o la exposición a sustancias nocivas. Las personas que trabajan en la industria de la construcción o química pueden estar expuestas a gases radioactivos y otras sustancias como asbesto, arsénico, cromo, níquel, hollín, alquitrán, razón por la cual tienen mayor riesgo de padecer cáncer de pulmón. Dicho riesgo es aún mayor en quienes fuman.
Los síntomas varían de persona a persona, aunque el 25 % de los casos no los presenta cuando se les detecta el cáncer y la mayoría tiene la enfermedad avanzada al momento del diagnóstico. Sin embargo, una tos que no desaparece y empeora con el tiempo; la pérdida del apetito o de peso; el dolor constante en el pecho; la tos con expectoración con sangre; la falta de aire; los silbidos al respirar o ronquera; los problemas repetidos por neumonía o bronquitis o la fatiga suelen ser los principales síntomas.
Screening para el diagnóstico precoz
Se realiza para detectar la enfermedad en estadíos tempranos (antes incluso de la aparición de síntomas), que es cuando el tratamiento puede dar una mejor respuesta.
Entre las principales pruebas de diagnóstico se encuentran la radiografía de tórax; la citología de esputo (detección con microscopio de células cancerosas en la flema) y la tomografía computarizada (helicoidal).
Los tests pueden encontrar manchas en los pulmones que no son cáncer, porque el test no siempre puede diferenciar estos tipos de manchas. Por eso puede ser necesario realizar una biopsia para determinar si se trata de cáncer.
La mujer y el cigarrillo
El tabaquismo es la principal causa de muerte por cáncer de las mujeres en EEUU. Las fumadoras incluso pueden padecer enfermedades cardiovasculares y derrames cerebrales.
Este hábito también afecta la menstruación y la fertilidad. Podría aumentar el riesgo de tener períodos dolorosos, interrupción del ciclo e irregularidad. Los bebés de las fumadoras activas o pasivas durante el período de gestación pueden nacer con bajo peso y con defectos congénitos. Durante esta etapa, existe la posibilidad de que se produzca un parto prematuro o la interrupción abrupta del embarazo.
Además, acelera la menopausia, produciendo síntomas más severos en esta etapa. También reduce la densidad de los huesos y aumenta el riesgo de fracturas.
El riesgo de cáncer de pulmón disminuye a la mitad cuando una mujer deja de fumar, sin importar la edad a la que lo haga. A los dos años de haber abandonado el hábito, las chances de sufrir enfermedades cardiovasculares disminuyen significativamente. A los 15 años de dejar, el peligro de derrames cerebrales es el mismo que el de las mujeres que nunca fumaron.
Fumadores pasivos
Son los que aspiran el humo de cigarrillos, cigarros y pipas. Esta exposición es mayor en los hogares y ámbitos de trabajo o en espacios públicos no controlados (bares, restaurants, transporte público). Ese humo contiene más de 7.000 químicos, de los cuales más de 70 son cancerígenos y otros tóxicos. Por la exposición a estas sustancias, quienes reciben el humo de segunda mano, podrían padecer enfermedades del corazón (riesgo aumenta hasta 35 %) o cáncer de pulmón (riesgo aumenta hasta 30 %).
En el caso de los niños, aumenta la frecuencia de bronquitis y neumonías, asma e infecciones del oído. El humo y las madres que fuman en el embarazo también aumentarían el riesgo de muerte súbita en los bebés.
Fuentes: Instituto Nacional del Cáncer (INC), Uptodate, Expert Review of Pharmacoeconomics & Outcomes Research