Desarrollan un chip para tratar la osteoporosis

De tamaño más pequeño que la yema de un dedo, el dispositivo a control remoto sustituyó las inyecciones diarias de ocho mujeres en 20 días. Sus creadores aspiran a que, cuando se perfeccione, se pueda usar para otros padecimientos en períodos más largos. 

El microchip a control remoto es más pequeño que la yema de un dedo.

Un dispositivo más pequeño que la yema de un dedo, que se puede controlar con control remoto vía wireless aspira a convertirse en una nueva herramienta para tratar la osteoporosis. Se trata de un microchip fabricado por la compañía MicroCHIPS, fundada desde el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que acaba de superar su primer ensayo clínico en humanos.

Según informó el diario El Mundo, ocho mujeres lo llevaron implantado durante 12 meses, y durante 20 días el dispositivo sustituyó a las inyecciones diarias para tratar la enfermedad. Aunque todavía no es accesible, esta tecnología podría hacer más fácil la terapia de los pacientes crónicos y mejorar la adhesión a los tratamientos.

Durante 2011, ocho voluntarias danesas portaron este microchip bajo la piel, a la altura de la cintura. Este aparato está formado por celdas en las que los fabricantes introdujeron dosis de teriparatida, un fármaco para tratar la osteoporosis que se debe inyectar cada día. En concreto, había un microchip con 20 celdas, cinco con 19 y uno con 17.

«Los medicamentos están en distintos huecos. Cada uno de estos huecos está cubierto por una capa nano-fina de oro que protege al fármaco durante años si es necesario y evita que sea liberado», indicó Robert Langer, Catedrático en el MIT y uno de los firmantes del estudio publicado en Science Translational Medicine. Por su parte, Robert Parra, Presidente de MicroCHIPS y responsable del trabajo agregó que «había 132 dosis del fármaco y todas ellas se liberaron con éxito durante el ensayo».

Durante los 12 meses que las participantes llevaron el chip, los investigadores liberaron con éxito todas las dosis, no hubo problemas de seguridad en ningún caso y los efectos del fármaco fueron buenos. Así lo determinaron los análisis farmacológicos y de los marcadores de formación de hueso, aunque éste no era un objetivo principal del estudio.

«El implante tuvo una eficacia terapéutica similar a la de las inyecciones subcutáneas y, de hecho, la variación de las dosis fue menor», subrayó Farra a la par que agregó que «el dispositivo fue bien tolerado por las pacientes, que no notaban que lo llevaban, y estaban dispuestas a ponérselo de nuevo».

Farra agregó, en declaraciones al diario español, que la creación de este chip llevó años de trabajo. Como resultado se llegó a que el  mecanismo de cierre de cada reservorio «permita guardar cada dosis a largo plazo» y el método para expulsar el contenido al recibir un impulso eléctrico vía wireless «permita administrar las dosis a demanda».

Uno de los problemas del chip fue que, al colocarlo, el organismo genera a su alrededor una envoltura de tejido fibroso. Sin embargo, a pesar de esta cápsula, los efectos del fármaco fueron buenos y “permite al paciente alcanzar una adherencia al tratamiento del 100%, sin la necesidad de ponerse inyecciones todos los días o de forma frecuente y sin la carga de controlar su enfermedad a diario», destacó Farra.

Ahora el próximo paso es fabricar microchips con celdas para almacenar muchas más dosis, las suficientes para proporcionar un tratamiento diario durante un año (o más tiempo, si se trata de terapias menos frecuentes). «Podríamos tener, literalmente, una farmacia en un chip», destacó Robert Langer, Catedrático en el MIT y autor también del estudio.

Sin embargo,  su uso rutinario en la clínica está aún lejos. Quedan algunos flecos sueltos, según John Watson, catedrático de Bioingeniería en la Universidad de California (EEUU). «La fiabilidad y duración del microchip no se ha establecido», afirmó en un editorial que acompaña al trabajo.

«Seguiremos evaluando y haciendo pruebas más exhaustivas al mismo tiempo que mejoramos el proceso de fabricación», aseguró Farra convencido de que esta tecnología «marca la llegada de la era de la telemedicina, ya que los médicos pueden cambiar los protocolos terapéuticos a distancia en función de las necesidades de cada paciente».

Fuentes: ELMUNDO.es

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