Pocos fueron los avances de los últimos 15 años en materia de cáncer de ovario. Primero, porque es una enfermedad de muy difícil diagnóstico, ya que no existe un método preciso de detección precoz y sus síntomas suelen confundirse con los de patologías digestivas. De hecho, el 70% de los casos se confirman en etapas avanzadas. Segundo, porque el tratamiento estándar sigue siendo la cirugía y la quimioterapia, y, cuando la operación se hace tarde y no se logra extraer la totalidad de las células enfermas, apenas el 20% de las mujeres sobrevive más de 5 años luego de ser notificadas.
En los países desarrollados, los tumores de ovario poseen la tasa más alta de mortalidad de todos los cánceres ginecológicos, mientras que en Argentina, se trata del tercero, luego del de mama y cuello de útero. Según el Instituto Nacional del Cáncer, cada año se registran en el país dos mil casos por año, lo que se traduce en 9 diagnósticos por cada 100 mil mujeres.
Según explicó el doctor Luis Fein, Director de Investigaciones Clínicas del Instituto de Oncología de Rosario, la enfermedad se produce “cuando las células en el ovario se vuelven anormales y se dividen sin control” e incluso “pueden invadir y destruir el tejido a su alrededor”.
El 90% de los casos corresponden al llamado cáncer epitelial de ovario, porque “son las células del epitelio las que crecen de forma descomunal” comentó Fein.
Agregó que los síntomas recién aparecen en las etapas avanzadas y suelen confundirse con los de otras patologías, principalmente las gastrointestinales. Las manifestaciones abarcan “incomodidad abdominal general o dolor, con gases indigestión, hinchazón o calambres; náuseas, diarrea, estreñimiento u orinado frecuente; pérdida de apetito”, y en casos menos frecuentes “sangrado vaginal anormal”.
Por su parte, la doctora Liliana Zamora, médica oncóloga del Servicio de Ginecología del Hospital Italiano, explicó que “si la enfermedad se detecta en el estadio I, cuando el cáncer llegó sólo a un ovario, la paciente tiene un 93% de sobrevida”.
Pero lamentó la falta de un método de detección específico, ya que por lo general “la patología se detecta en el estadio III, cuando involucra a uno o ambos ovarios, y se extiende a la pared abdominal y en el IV, cuándo el cáncer se diseminó a otros órganos como hígado o pulmones”.
“El cáncer de ovario en estadíos tempranos sólo se detecta de manera casual, ya que en un principio la enfermedad no presenta síntomas concretos. Pero si bien no hay métodos de detección precoz, el tacto vaginal puede ayudar a registrar una masa pelviana e inducir a la sospecha de la enfermedad, por lo que no debe faltar en el chequeo ginecológico”, agregó Zamora.
Al no haber un método concreto de detección precoz, existen distintas líneas de investigación que apuntan a hallarlo. Sin embargo, hubo pocos avances en los últimos 15 años en relación al tratamiento para las etapas avanzadas.
La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó el uso de bevacizumab -cuyo nombre comercial es Avastin y es producido por el laboratorio Roche- como método de primera línea contra el cáncer de ovario avanzado. Este compuesto ya estaba aprobado para el tratamiento de tumores en colon, pulmón, mama, renal y gliobastoma.
Según explicó el doctor Antonio González Martín, Jefe de Servicio de Oncología Médica del Instituto MD Anderson de Madrid, España, con el bevacizumab “se consigue tener controlada la enfermedad entre un año y un año y medio dependiendo de las características de las pacientes”.
“Cuando Avastin se emplea en pacientes que no han tenido una cirugía óptima, obtiene un incremento de 5 a 6 meses en la sobrevida libre de progresión, es decir, durante ese período no aparezcan recaídas”, indicó González Martín. Es que, según explicó, el tratamiento de primera línea que consta en cirugía y quimioterapia, no impide que la enfermedad reincida, y la mayoría de las mujeres que tuvieron cáncer de ovario avanzado podría volver a tenerlo.
Este fármaco“evita que los tumores se alimenten de vasos sanguíneos y crezcan” y otras de sus ventajas que mostró en ensayos clínicos fue “un aumento de 8 meses de sobrevida en las pacientes con la patología muy avanzada”, agregó el especialista.
Apoyo a las pacientes
El Movimiento Ayuda Cáncer de Mama (MACMA), una agrupación de ex pacientes que se dedicó a brindar apoyo emocional a las afectadas por la patología, amplió su apoyo a todas las mujeres con tumores ginecológicos como de ovario y cuello de útero, por ser enfermedades “con un alto impacto social, laboral, familiar y sobre todo, simbólico en la vida de las mujeres”, explicó María Alejandra Iglesias, directora ejecutiva de la asociación.
MACMA considera que la información, los controles ginecológicos periódicos, el diagnóstico preciso y el acceso a los tratamientos son fundamentales para tener un mejor pronóstico de estas enfermedades.