Colonias de vacaciones: lo que los adultos deben recordar

Por Piera Basile.- Terminaron las clases y muchos padres eligieron esta opción para sus hijos. En diálogo con DocSalud.com, dos especialistas explican los beneficios y detallan los cuidados necesarios para asegurar el disfrute y reducir riesgos para la salud.

Al terminar las clases y acercarse el verano, muchos padres se preguntan qué hacer con los chicos y eligen enviarlos a las colonias de vacaciones. Además de ser de gran ayuda para los adultos, esta opción para que los niños disfruten de su tiempo libre tiene muchos beneficios, siempre y cuando se minimicen también los riesgos que puede acarrear.

En primer lugar, la colonia permite a los pequeños sociabilizar entre ellos, conectarse con la naturaleza, realizar actividad física y descubrir lo que los rodea a través de los juegos y las instrucciones de sus profesores. También, claro está, divertirse y disfrutar de la pileta.

“El beneficio es que no estén toda la tarde viendo televisión o jugando a los jueguitos”, sintetiza a DocSalud.com la doctora Claudia Amburgo, psicoanalista y ex secretaria del Departamento de Niños y Adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Y recomienda tener en cuenta la edad del chico a la hora de elegir la mejor alternativa: “Para los menores de cuatro años, conviene que los padres de niños amigos realicen una ‘colonia rodante’ por las distintas casas, con una maestra ya conocida. Esto permite a los chicos estar en un ambiente más confortable y pequeño, evitando la angustia por miedo a perderse y ser abandonados que suele afectarlos cuando asisten a las colonias muy grandes”.

Por otra parte, la especialista remarca que, en la medida de lo posible, suele ser conveniente que el niño solo vaya a la colonia por la tarde, dejándole la mañana libre con tiempo para conocerse a sí mismo, descansar, crear y fantasear “sin que le estén diciendo todo el día cómo jugar”.

Menos riesgos, más diversión

Las infecciones provocadas por agua no segura y alimentos en mal estado, los golpes, las lastimaduras, los piojos y la insolación suelen ser comunes entre los chicos que asisten a las colonias. A la hora de enviarlos, resulta importante tener presentes estos riesgos y estar preparados para poder prevenirlos.

Al respecto, el infectólogo y pediatra Ricardo Rüttimann considera que este ámbito es muy parecido al del colegio y que los padres deben tomar más o menos las mismas precauciones, entre ellas, enseñarles a los niños a cubrirse la nariz y boca al estornudar y toser, y también integrar a la rutina diaria el lavado de manos, tanto a la hora de preparar alimentos como antes de comerlos. “Esta medida es más importante durante el verano, cuando las infecciones gastrointestinales resultan más frecuentes debido al posible consumo de alimentos mal conservados y a la mayor ingesta de agua, que a veces no es segura”, advierte.

Para evitar estas enfermedades, debe haber entonces un manejo y una conservación adecuados de los alimentos. Y es necesario asegurarse de que el agua que vayan a beber los chicos en la colonia provenga de una red potable y no sea de pozo.

El agua de la pileta también merece ciertos cuidados. Como destaca Rüttimann: “Los niños menores de dos años que no controlan esfínteres no deben compartir la piscina con los más grandes. O al menos deberían utilizar pañales especiales para el agua. Como a veces no hay dos piletas o no se les pide a los padres que compren tales pañales, estas medidas no suelen respetarse”.

Asimismo, los adultos deben exigir que la pileta tenga un sistema de filtrado del agua o reciba una limpieza diaria, y que a todas las personas que allí concurren se les realice una revisión médica cada dos semanas. Por otra parte, resulta de gran importancia que los niños estén siempre bajo supervisión, aun cuando sea su tiempo de “pileta libre” y que el personal de la colonia esté calificado para la actividad que realiza, con no más de diez niños por profesor. Como el cuidado de los chicos no es un tema menor, las personas a cargo deben estar capacitadas para poder manejar todo tipo de situaciones, desde una pequeña lastimadura hasta una situación de mayor gravedad, como puede ser la resucitación cardiopulmonar. Para ello, debe haber al menos un guardavida o médico.

También resulta primordial que las colonias cuenten con las normas básicas de higiene en sus instalaciones y que sus toboganes, subibajas y hamacas estén en óptimas condiciones, aptas para ser utilizados. Si la institución se encarga del transporte de los chicos, los padres deben constatar que el mismo sea seguro

En cuanto a los cuidados específicos, se recomienda que las nenas que tienen pelo largo lo lleven recogido, en lo posible con trenzas, para dificultar de ese modo el contagio de piojos. Aún así, es importante que los adultos les pasen periódicamente el peine fino y que, en caso de tener piojos, además de recibir un tratamiento adecuado, los niños no concurran a la colonia, para evitar la transmisión. Por otra parte, es muy importante el uso de protectores solares para la piel, que deben ser a prueba de agua y aplicados antes de salir de la casa, sobre todo si el chico es muy pequeño o se piensa que no se lo va a colocar solo.

Finalmente, los padres no deben olvidarse de las vacunas. “La temporada de las colonias es ideal para chequear que los niños tengan el calendario al día, en especial si se los lleva a un ámbito donde están en contacto con otros chicos y donde puede haber animales domésticos y riesgo de mordeduras”, concluye Rüttimann.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí