Por su alto contenido de sodio, excesiva cantidad de proteínas y escaso aporte de hierro y de ácidos grasos esenciales, distintas organizaciones como como Unicef, la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) y expertos en nutrición infantil recomiendan no introducir leche de vaca en la alimentación de un niño hasta que no haya cumplido el año de vida. El consumo frecuente de leche de vaca antes de los 12 meses puede tener implicancias negativas en la salud de los niños, como anemia, sobrecarga renal y lesiones intestinales.
“En la Argentina, un tercio de los menores de dos años padece anemia y su principal causa es la falta de hierro. Teniendo en cuenta que la leche es el principal alimento y, por lo tanto, la principal fuente de provisión de hierro en la dieta de los niños pequeños, en aquellos casos en los que no sea posible sostener la lactancia materna está suficientemente aceptado en la actualidad que las fórmulas infantiles tienen ventajas como fuente de hierro en relación a otras leches”, explicó el licenciado en nutrición Sergio Britos.
El experto agregó que “hay suficiente evidencia acerca de la relación entre la ingesta de leche de vaca y el microsangrado intestinal, lo que potencia la deficiencia de hierro”. Por su parte, la AAP afirma, además, que las proteínas y las grasas de la leche de vaca son más difíciles de digerir y absorber para el bebé.
Sin embargo, en el país, datos observacionales de centros especializados indican un creciente –y preocupante– uso de la leche de vaca en menores de un año. Un relevamiento realizado el año pasado por Opinaia determinó que el 37% de las madres argentinas alimentaron con leche de vaca a sus bebés antes del año y señalaron como principales motivos la dificultad para amamantar y que les resulta más económica que las de fórmula infantiles. El sondeo incluyó a más de 400 madres entre 20 y 40 años. Esta tendencia coincide con datos de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) de 2007, que revelaron que si bien el inicio de la lactancia materna en la Argentina es elevado (con un 95% de adherencia), la cifra se reduce al 70% entre los 6 y 8 meses, y al 50% al año. En la ENNyS se observó además que la mayoría de los niños de entre 6 y 24 meses que ya no eran amamantados consumían leche de vaca sin fortificar (más del 70%). Apenas el 22% en el primer año, y el 11% en el transcurso del segundo año de vida consumía una fórmula infantil o bien leche adicionada con hierro.
Por esto, y por sus beneficios nutricionales e inmunológicos para el desarrollo infantil, las autoridades sanitarias nacionales e internacionales y los expertos en nutrición infantil vuelven a insistir en la necesidad de fomentar la práctica de la lactancia materna durante los primeros dos años de vida de un bebé. Y si ésta no es posible o no alcanza, la mejor opción, aseguran, es reemplazarla o suplementarla con una fórmula infantil. Y recordar que antes de que el niño cumpla un año no sólo hay que evitar la leche de vaca sino también la de cabra, oveja, de arroz o soja.