El miedo a vivir en la altura predispone a tener problemas a quienes visitan lugares como la ciudad de La Paz, situada a 3.600 metros sobre el nivel del mar, según un estudio publicado en Bolivia por los médicos Enrique Vargas y Gérard Parent.
«Una persona que llega aquí a La Paz y dice ‘voy a tener problemas’, va a tener problemas», explicó a Efe el francés Parent, que es consejero de salud de la embajada de Francia en Bolivia como el boliviano Vargas, con quien escribió el libro «Vivir en la altura».
Para ambos médicos, «no se trata de una forma anómala de vida, no somos personas excepcionales, somos millones y millones los que vivimos en la altura».
En Sudamérica, más de 32 millones de personas viven por encima de los 2.500 metros de altitud, como es el caso de los habitantes de la ciudad de la Paz, situada a 3.600 metros de altitud, señala el libro.
Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú tienen ciudades pobladas con altitudes de hasta 4.000 metros sobre el nivel del mar.
No obstante, muchas personas ajenas a esa realidad desarrollan un miedo a la altitud que predispone a un efecto psicológico perjudicial, según los médicos.
«Ante todo, dejar de lado los prejuicios sobre el mal de altura; para ello es necesario buscar una fuente adecuada de información que le permita obtener la confianza y tranquilidad necesarias que eviten la psicosis que produce el miedo infundado», según los médicos.
En realidad, las reacciones dependen de las particularidades de cada organismo, pues «no hay dos personas iguales en el mundo, todos van a reaccionar de una manera diferente», añadió el médico francés.
La latitud, las condiciones meteorológicas y otras peculiaridades de cada región también influyen en las reacciones de cada cuerpo.
Por ello, las manifestaciones que alguien presente en el Himalaya o en el Tíbet no son equiparables a las obtenidas en Sudamérica, según el estudio de los médicos.
La sensación de falta de oxígeno es una de las manifestaciones negativas, sin embargo Vargas explicó que «la concentración del aire tanto en la altura como al nivel del mar es exactamente la misma».
Según el médico, la variación que se percibe es por la presión barométrica, menor en lugares de altitud y, en consecuencia, también disminuye la presión de oxígeno en el aire del ambiente.
Frente a esta situación, cada organismo pone en juego sus «mecanismos de compensación», que son «totalmente individuales» y hacen posible los procesos de acomodación, aclimatación y adaptación, que varían según el período de tiempo.
Según el estudio, en las travesías a lugares de altitud algunos viajeros experimentan el «mal agudo de montaña», es decir, perciben un conjunto de reacciones como consecuencia de una dificultad en el proceso de aclimatación.
Para estos casos «es muy recomendable» visitar a un médico de forma previa a un viaje para un examen general, otro de datos de laboratorios básicos y además hacer controles durante la estadía.
Siempre que Parent recibe consultas desde Europa para ver qué opina sobre las visitas a La Paz, dice que otorga una autorización contundente, aunque debe evaluarse si hubo lesiones cardíacas.
El médico francés, de 71 años, se considera una muestra de que «es posible y no es anormal vivir» en La Paz, tras haber superado hace cinco años dos infartos.
«No hay argumento válido para dudar de viajar, o de vivir en la altura, las ventajas dominan ampliamente los pequeños inconvenientes… si es que los hay», concluyen los galenos.