Nanomedicamentos, técnicas quirúrgicas cada vez más afinadas gracias al láser y los ultrasonidos focalizados: el tratamiento del cáncer apela a nuevas técnicas quirúrgicas, según especialistas reunidos en la Academia de Cirugía de París.
Durante mucho tiempo, los únicos tratamientos disponibles fueron la cirugía, la quimioterapia y la radioterapia.
Desde hace varios años hay innovaciones promisorias incluyendo los nanomedicamentos, cápsulas de tamaño minúsculo (mil millonésimas de metro), es decir 70 veces más pequeños que un glóbulo rojo y capaces de conducir una molécula activa al lugar preciso donde la misma es necesaria, evitando otras partes del cuerpo donde no lo es.
«Eso permite evitar efectos secundarios a menudo importantes, que se observan en la quimioterapia clásica, pero también cortocircuitar fenómenos de resistencia», explica Patrick Couvreur, biofarmacéutico pionero de estos minúsculos comprimidos.
Actualmente hay una decena de nanomedicamentos disponibles en el mercado, en su mayoría utilizados en cancerología: tal es el caso de la doxorubicina, y del paclitaxel, dos remedios utilizados en el tratamiento del cáncer de mama y de ovarios en estado avanzado.
En 40 hospitales europeos y norteamericanos hay estudios clínicos para evaluar el efecto de la doxorubicina encapsulada en un nanomedicamento en cánceres de hígado resistentes a la quimioterapia.Según resultados preliminares citados por Couvreur, la supervivencia de los enfermos se multiplicaría por dos.
Tratamientos más precisos
Gracias a la mejora constante de las técnicas durante los últimos años, los enfermos de cáncer pueden beneficiarse de actos terapéuticos radiológicos.
Para Afshin Gangi, que practica la radiología en Estrasburgo, Francia, se trata de «tomar el camino más corto hacia el tumor» y destruirlo de la manera más completa posible, sin necesariamente recurrir a la cirugía clásica. Ésta puede ser reemplazada por técnicas de ablación térmica, que utilizan radiofrecuencias, laser, microondas, crioterapia (con frío) o ultrasonidos focalizados (la energía acústica se concentra sobre el blanco a que debe ser destruido).
Principalmente utilizadas para intervenir en el riñón, el hígado y la próstata, estas técnicas podrían aplicarse en el futuro a otros órganos abdominales y también al cáncer de mama, según Gangi.
Según Albert Gelet, urólogo del hospital de Lyon, Francia, el tratamiento focal de la próstata constituye una buena alternativa para cánceres medianamente agresivos.
Hasta hace unos pocos años, el tratamiento estándar era la ablación quirúrgica total de la próstata, con su corolario de efectos indeseables (pérdidas de orina y trastornos de orden sexual).
«Con el tratamiento focal se reduce la toxicidad en el plano urinario y sexual», indica Gelet, aunque admite carecer de resultados a corto plazo. En 2015 comenzará un estudio en Francia para evaluar tratamientos contra el cáncer de próstata mediante ultrasonidos enfocados.
El otro interés de estas técnicas es que no excluyen recurrir a tratamientos clásicos –cirugía y radiación– si el cáncer se vuelve más agresivo.
Según Gelet, cerca del 20% de los cánceres de próstata podrían ser tratados de esa forma en el futuro.
Otra innovación susceptible de mejorar sensiblemente la supervivencia de ciertos pacientes con cáncer de estómago o de colon consiste en combinar la cirugía con una quimioterapia líquida en la cavidad abdominal a 42-43°C. La técnica lleva el nombre de CHIP (quimioterapia hipertérmica intraperitoneal) y se utiliza desde hace varios años en Francia en pacientes que presentan metástasis a nivel del peritoneo, con una tasa de supervivencia de 5 años del 16%, contra 0% contra los que no recibieron el tratamiento, precisa Olivier Glehen, uno de los especialistas de esta técnica del hospital Lyon-sud.