¿Por qué es tan difícil adelgazar?

Las verdaderas razones por las que cuesta bajar de peso (Foto: Pixabay)
Las verdaderas razones por las que cuesta bajar de peso (Foto: Pixabay)

¿Por qué es tan fácil y grato engordar y tan penoso y esclavo adelgazar? “La respuesta es sencilla. El tejido adiposo (el que se expande y crece sin piedad formando los odiosos michelines) es un maravilloso invento evolutivo” explica Victoria de Andrés Fernández, profesora titular en el Departamento de Biología Animal, Universidad de Málaga.

El denominador común a toda forma de vida es el instinto de supervivencia. Esto se resume en los instintos de reproducción (para la supervivencia de la especie), y de mantenimiento de las constantes vitales (homeostasis) y alimentación (para la supervivencia del individuo).

En principio, la comida nos aporta dos cosas:

– Materia prima para el crecimiento, reparación de tejidos y síntesis de biomoléculas necesarias para la realización de las funciones vitales.

– Energía química para mantener en marcha eficientemente la máquina biológica que es nuestro cuerpo. Esto incluye todo lo que subyace bajo el paraguas metabólico: el trabajo químico, osmótico, eléctrico y mecánico interno. A lo que se suma el trabajo externo de locomoción y comunicación y, como somos animales homeotermos, la generación de calorías necesarias para mantener una temperatura constante que no dependa de la del medio externo. Toda esta energía se genera, básicamente, oxidando carbohidratos, lípidos (grasas) y proteínas y obteniendo adenosín trifosfato (ATP), la moneda energética biológica por antonomasia.

“Cuando el balance energético está descompensado (esto es, cuando la energía requerida para todo lo anterior es sobrepasada con las calorías encerradas en un exceso de alimentos ingeridos), almacenamos la energía sobrante. Almacenar el ATP como tal es inviable fisiológicamente. Hay que recurrir a acumular energía en forma de potencial redox de biomoléculas que nos permitan, en un momento dado, obtener el ATP de ellas oxidándolas (es decir, quemándolas).

En principio, de las tres candidatas que tenemos (carbohidratos, lípidos y prótidos), la forma de almacenamiento de energía más eficaz es la grasa, ya que su oxidación genera 9,56 Kcal/g, casi el doble de lo que rinde un gramo de carbohidratos o proteínas”, afirma la bióloga.

Y agrega: “A ello hay que sumar el hecho de que las proteínas contienen nitrógeno, el elemento más limitante en el crecimiento y la reproducción, por lo que sería un derroche imperdonable el emplearlo como vulgar reserva energética.

Por su parte, los abundantes carbohidratos sí que podrían emplearse como sustrato de almacenaje. De hecho, el glucógeno (un polisacárido parecido al almidón) se almacena en el hígado y en las fibras musculares. Pero, se almacena de forma hidratada (4-5 g agua/g carbohidrato) lo que genera dos lastres: volumen y peso. La grasa, por el contrario, se almacena de forma anhidra (sin agua) ocupando un volumen mucho menor.”

La explicación

“Consecuentemente, la grasa es el sistema perfecto de almacenar los excedentes: requiere poco espacio y rinde mucho energéticamente. Hemos encontrado la piedra filosofal de la despensa biológica. Aunque parezca mentira, este sensacional descubrimiento biológico no es nuevo. Por el contrario, se trata de un mecanismo muy conservativo en la filogenia que ya está presente en los organismos unicelulares. Pero mientras que bacterias y protozoos almacenan la grasa en orgánulos intracelulares conocidos como cuerpos lipídicos, los animales multicelulares desarrollaron células especializadas para albergarla”, concluye la bióloga.

Por qué comer da placer

La existencia de un tejido así, que no sólo actúa pasivamente como almacenamiento energético sino que aumenta activamente la eficacia biológica de las especies, es algo que no ha pasado desapercibido evolutivamente.

Muy al contrario, se han seleccionado mecanismos que favorecen su desarrollo (engordar) en detrimento de los que harían más fácil su merma (adelgazar).

Tanto es así que los genes implicados en la capacidad de conservar los triglicéridos están presentes en taxones tan basales como las levaduras.

Por otra parte, se sabe que en el comportamiento ingestivo influyen conexiones hipotalámicas con el sistema corticolímbico y el rombencéfalo.

Lo que significa que la selección natural nos ha procurado que el comer sea una importante fuente hedónica y de placer.

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