Alertan por las consecuencias futuras de la obesidad infantil

Expertos de la Sociedad Argentina de Pediatría manifestaron su preocupación por el aumento de casos. El sobrepeso en esta etapa compromete la salud en la adultez, con más riesgo de enfermedades cardiovasculares, desequilibrios hormonales y diabetes, entre otras afecciones.

Especialistas de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) expresaron su preocupación ante el aumento del sobrepeso y la obesidad en los niños en nuestro país y enfatizaron sobre la necesidad de generar intervenciones desde el mismo nacimiento para poder combatirlos, tanto en el aspecto nutricional como en el de la actividad física, sobre todo por tratarse de una condición crónica que actúa como factor de riesgo para el desarrollo de muchas otras enfermedades.

 “Debemos tener en cuenta que Argentina tiene la segunda tasa más alta de sobrepeso en menores de 5 años de Latinoamérica y el Caribe, con un 9,9 por ciento según el Panorama de Seguridad Alimentaria y Nutricional elaborado recientemente por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en conjunto con la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO)”, manifestó la doctora Stella Maris Gil, médica pediatra, presidenta de la Sociedad Argentina de Pediatría.

El exceso de peso en los niños no sólo compromete su estado de salud actual, sino también el futuro, ya que en la edad adulta el sobrepeso incrementa el riesgo de padecer afecciones coronarias, ataque cerebrovascular (ACV), aterosclerosis e hipertensión arterial. Contribuye al desarrollo de trastornos en los lípidos, como aumento de colesterol ‘malo’ (LDL), disminución del ‘bueno’ (HDL) e incremento de los triglicéridos; acrecienta la posibilidad de desarrollar diabetes tipo 2, desequilibrios hormonales que en la mujer pueden afectar la fertilidad, trastornos como osteoartritis, y el riesgo de padecer algunos tipos de cáncer, como por ejemplo de endometrio, mama, colon, hígado y riñones, entre otros. Pero además, aumenta la mortalidad por todas las causas y disminuye la calidad de vida.

La doctora Norma Piazza, médica pediatra especialista en Nutrición y Secretaria del Comité de Nutrición de la SAP, afirmó que “el adulto que fue obeso desde la infancia tiene aumentado el riesgo cardiovascular y metabólico y mayor riesgo de muerte prematura”. Tras destacar que los niños que crecen con discriminación social tienen peor calidad de vida, insistió en que “cuando la obesidad se la encaraba sólo como un problema médico, se fracasaba (en términos estadísticos), por lo que debe ser abordada en forma integral desde la familia, con un Estado presente y regulador y una industria que acompañe”.

Por su parte la doctora Débora Setton, médica pediatra, especialista en Nutrición, miembro del Comité de Nutrición de la Sociedad Argentina de Pediatría, sostuvo que “la obesidad infantil contribuye a desencadenar problemas psicológicos, psiquiátricos y sociales”, y que son más susceptibles a la depresión, la disminución de la autoestima, además de tener más posibilidades de padecer bullying. A su vez, algunas investigaciones mostraron que en la vida adulta enfrentan menores oportunidades de conseguir trabajo y a recibir salarios más bajos.

Por todo esto, desde la SAP instaron a combatir el sobrepeso y la obesidad promoviendo inicialmente un control adecuado de peso en la embarazada y luego la generación de hábitos saludables desde la primera infancia. Los patrones de nutrición y ejercicio de una madre durante el embarazo influyen en la salud a largo plazo del bebé al darle forma a su metabolismo. Está demostrado que la malnutrición materna, por déficit o exceso, produce cambios en los órganos y metabolismo del bebé, que pueden predisponerlo a padecer obesidad, diabetes e hipertensión en la vida adulta.

“El modelo saludable de la familia imprime una impronta que se lleva durante toda la vida. La lactancia exclusiva hasta los 6 meses, complementada con alimentos variados a partir de esa edad es el primer paso trascendental para lograr los mejores hábitos. Además, el modelo de alimentación a demanda permite al lactante aprender en sus primeros meses de vida a asociar el hambre con el comienzo de la toma y la saciedad con su fin: así, los lactantes y niños pequeños aprenden a ajustar el aporte alimentario a sus necesidades”, explicó la doctora Ángela Nakab, especialista en Pediatría y Adolescencia y miembro de la SAP.

Entre los principales ‘culpables’ de la verdadera epidemia de sobrepeso y obesidad infantil que afecta a Latinoamérica, los especialistas destacan el consumo de alimentos ultra procesados -con cantidades elevadas de sodio, azúcares y grasas añadidos en la fabricación, como pueden ser los snacks y las bebidas azucaradas-; de hecho, Argentina se encuentra entre los mayores países consumidores de gaseosas con azúcar. Mientras que en la etapa escolar es necesario avanzar en la protección de los entornos escolares, de manera de evitar la oferta de productos ultra procesados y promover la preparación de alimentos saludables en los comedores.

“Se considera que el 30 por ciento de la obesidad del adulto comienza en la infancia, particularmente en los primeros 5 años de vida y que el 70% de la obesidad del adolescente se arrastra a la adultez. Por lo tanto esos primeros años de vida constituyen un período especialmente vulnerable, donde acciones eficaces de prevención, detección y tratamiento de la obesidad en el primer nivel de atención adquieren especial significado incluso para la vida adulta de nuestros pacientes”, insistió la doctora Gil.

Por otra parte, según la Encuesta Mundial de Salud  Escolar (EMSE 2016) el 50% de los adolescentes en la Argentina son sedentarios. La actividad física asociada a un plan alimentario, es considerada uno de los pilares en el tratamiento de la obesidad. “Ambos deben considerarse complementarios y deben tener como meta generar cambios permanentes en el estilo de vida del niño y su familia para lograr beneficios a lo largo del tiempo. El objetivo del tratamiento de la obesidad es mejorar la salud a largo plazo a través de la adquisición de hábitos de vida saludables que permitan llegar a un peso adecuado para la altura y mantenerlo, aumentar la actividad, mejorar aspectos psicológicos y disminuir las complicaciones”, describieron las doctoras Patricia Jáuregui Leyes y Juliana Pochetti, Prosecretaria y Vocal respectivamente del Comité de Medicina del Deporte Infanto Juvenil de la SAP.  

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