Cada año se diagnostican en el mundo 14 millones de casos de cáncer nuevos y 8,2 millones de muertes, 25% de las cuales son atribuibles al cáncer de pulmón. En nuestro país, se calcula que esta dolencia se cobra 9000 vidas al año y que muchos de estos casos podrían ser prevenidos.
El cáncer de pulmón es una enfermedad maligna que puede localizarse en el tejido pulmonar propiamente dicho, en el interior de los bronquios, o en ambos sitios. Representa actualmente una epidemia mundial y es la primera causa de muerte oncológica en nuestro país.
El tabaquismo es el agente causal principal de su desarrollo. En comparación con los no fumadores, los tabaquistas tienen un riesgo 20 veces mayor de padecer cáncer de pulmón, aunque en algunos casos este antecedente puede no estar presente. Por otro lado es posible que muchos de los pacientes afectados hayan convivido con fumadores durante años, presentando una exposición al tabaco similar a la de los fumadores activos. Es decir, el fumador pasivo (aquel que comparte un ambiente con fumadores activos), presenta un riesgo mayor de desarrollar cáncer de pulmón, que alguien que nunca fumó.
Entre fumadores el riesgo de enfermedad se incrementa en forma directamente proporcional con el número de cigarrillos/día y con el tiempo de fumador activo. Por lo tanto, aquellos que se inician más tempranamente en éste hábito tienen más posibilidades de desarrollar cáncer de pulmón y a edades más tempranas.
Bajo la denominación “cáncer de pulmón” existen distintas variantes histológicas. El primer paso ante la sospecha de un tumor pulmonar es utilizar algún método diagnóstico, que dependerá del caso y de lo aconsejado por el neumonólogo tratante. Entre las distintas maniobras diagnósticas encontramos desde una tomografía computada de tórax, que permite determinar la presencia de un nódulo o una masa pulmonar, su tamaño, su extensión y sus características, hasta métodos más invasivos.
Las mejores chances de sobrevida se dan cuando el diagnóstico es en estadios tempranos y es pasible de un tratamiento quirúrgico, pero la mejor manera de evitar la enfermedad es no fumar.
La Asociación Argentina de Medicina Respiratoria recomienda:
1- Dejar de fumar. El tabaquismo es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de cáncer de pulmón. Existen diversos tratamientos de cesación tabáquica con resultados comprobados-
2- No fumar en compañía de no fumadores. Evitá poner en riesgo a otras personas, el tabaquismo de segunda mano, es decir el humo que inhala el no tabaquista pero que comparte un espacio con el fumador, ha sido también asociado al desarrollo del cáncer de pulmón.
3- Consultar a un neumonólogo. Si sos tabaquista activo o reciente y tenés entre 55 y 74 años, consultá con tu neumonólogo para ver si cumplís con los criterios para realizar un screening. La detección temprana mejora la sobrevida.
3- Que el miedo no gane. Existen múltiples tratamientos en varios estadios de la enfermedad, con lo cual el diagnóstico de esta patología no debe ser visto como el final de la vida, sino como una enfermedad grave con la que hay que luchar y para la que existen múltiples opciones de tratamiento. El enfoque multidisciplinario entre el grupo de salud tratante (neumonólogo, oncólogo, cirujano, médicos paliativistas y otros) también mejoran las perspectivas de tratamiento y calidad de vida.
Asesoraron: Dra. Karina Patané, Coordinadora de la sección Oncología de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, Jefa de Unidad Cirugía Torácica y Endoscopía Respiratoria y Hospital de Rehabilitación Respiratoria María Ferrer; y Dr. Sebastián B. Lamot (MN 117888), Sub-Coordinador de la Sección Oncología de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria y Médico Neumonólogo.