¿En qué estación del año nos estresamos más?

Científicos hallaron que el cortisol, la hormona que se libera en el torrente sanguíneo en situaciones que causan nervios, tiene un comportamiento estacional.  Llegaron a esta conclusión tras analizar a un grupo de chicas en verano e invierno.

Una investigación científica europea reveló que, a pesar de los días más largos, las vacaciones y los viajes de placer, el estrés llega a su punto más alto durante el verano.

La inesperada conclusión tira abajo la creencia popular de que las personas disfrutan más los días de calor, con salidas al aire libre y un mayor contacto con la naturaleza. Al parecer, en invierno las cosas son más tranquilas.

¿El motivo? Los niveles de cortisol, la hormona que se libera en el torrente sanguíneo en situaciones estresantes, tienen una tendencia estacional y son más altos durante la temporada de verano. Así lo explicaron durante el congreso de la Sociedad Norteamericana de Fisiología investigadores de la Universidad polaca de Poznan.

El cortisol cumple diversas funciones importantes, entre ellas regular los niveles de azúcar, sales y fluidos, reducir las inflamaciones y contribuir al bienestar. Generalmente es más alto por la mañana para luego descender durante el día y alcanzar su mínima expresión en la noche.

De ese modo se mantienen los ciclos del sueño, aunque puede suceder que las enfermedades, la falta de sueño y algunos fármacos influyan o alteren su funcionamiento más de lo normal.

Ahora los investigadores, encabezados por Dominika Kanikowska, descubrieron que, además de las fluctuaciones diarias, tiene también un comportamiento estacional. A esta conclusión se llegó tras observar durante dos días en invierno, y otros dos en verano, a un grupo de muchachas estudiantes de medicina.

A estas jóvenes se les tomaron muestras de la saliva cada dos horas en el arco de 24 horas para medir los niveles de cortisol y de los marcadores de las inflamaciones.

Las voluntarias, durante cada sesión de examen, también respondieron a un cuestionario. En concreto debían contestar preguntas sobre su estilo de vida, en especial acerca de sus hábitos al dormir, comer y hacer actividad física.

De sus respuestas y los exámenes surgió que la hormona del estrés está presente en cantidades mayores durante el verano. Y como contrapartida, los niveles de inflamación no cambian en un modo significativo respecto del invierno.

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