Cómo lograr la desconexión digital en niños durante el aislamiento

Durante el confinamiento, se disparó el consumo de pantallas y la sobreexposición a aparatos tecnológicos. Cuatro claves para atacar de raíz un problema que genera estrés, irritabilidad, aislamiento y depresión.

El abuso de tecnología tiene consecuencias para la salud física y mental. (Foto: Pixabay)

Durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio se disparó el consumo de pantallas y la sobreexposición a aparatos tecnológicos, sobre todo en el caso de los niños y adolescentes. Esta situación trae aparejada una serie de desventajas que atentan directamente contra la salud y el bienestar de las personas, por eso es importante advertir y controlar el tiempo que los más chicos le destinan a sus dispositivos electrónicos.

Según publicó el medio El País en consulta con la psicóloga María Guerrero, el abuso de tecnología tiene consecuencias tanto para la salud física y como para la mental, tales como:

• Aislamiento

•Problemas de obesidad

• Hábitos sedentarios con pérdida de masa muscular

• Pérdida de visión

• Ansiedad o depresión

“Según un experimento realizado por la revista americana de pediatría, los niños que están en contacto de forma habitual con dispositivos móviles, tablets o computadoras son más irritables y muestran una menor capacidad de atención, memoria y concentración que los que no lo están”, apuntó Guerrero.

Para la experta, la mayoría de los juegos, redes sociales y apps para niños están diseñados para que el cerebro segregue sustancias placenteras. Si para un adulto es difícil dejar un hábito, en el caso del cerebro de un niño, que es más inmaduro y con menor capacidad de autocontrol, es aún más delicado.

“El cerebro de un niño funciona por hábitos y estos tardan en asentarse unos 21 días. La tecnología ha sido la única vía de comunicación y ocio durante más de 100 días”, explicó la psicóloga respecto del aislamiento, y aseguró que hay marcha atrás pero que no será fácil y habrá resistencia al cambio.

A su vez, Francisco Castaño, profesor barcelonés y asesor de familias, coincide e insiste en que hay solución: “No somos supermadres ni superpadres. No tenemos la culpa de que se nos haya ido de las manos. Nos ha tocado estar en casa, teletrabajar y hacer la comida con hijos a los que atender y les hemos dejado olvidados frente a la pantalla… No hay que fustigarse. Son circunstancias sobrevenidas y vamos a darle la vuelta”.

 

1. Advertir que seguramente no sean adictos a la pantalla


Que se usen más las tecnologías que antes, o que los niños y adolescentes se resistan a soltar la pantalla, no significa que sean adictos. Consultado por El País, el psicólogo Garicoitz Mendigutxia cree que con la vuelta al contacto social descenderán estos hábitos, que considera “coyunturales”.

Aclara, además, que para que sea considerado una adicción, o más bien un “uso conflictivo de las tecnologías”, estas les deben restar tiempo e incluso dinero de otras actividades de su vida. “Deben darse situaciones de aislamiento social que afecten a sus dinámicas de vida”, explicó, como por ejemplo que la familia no pueda salir a cenar porque el hijo prefiere estar conectado, o que esté en línea hasta las cuatro de la mañana y eso afecte al rendimiento escolar.

Si ese no es el caso, el plan de acción será más fácil que funcione, si además se le añaden cuatro palabras: tesón, constancia, límites y alternativas.

 

2. Hablar con ellos y marcar los límites para una desconexión progresiva

 

Educadores, psicólogos y expertos en adicciones coinciden en que estos hábitos saludables deben iniciarse desde que los niños son muy pequeños y comienzan a tener acceso a las pantallas, por eso hay que sentarse a hablar con ellos y establecer los límites de uso tanto de tiempos y horarios como de espacios.

“Hay que sentarse para explicarles las normas y por qué se deben cumplir. Si los hacés partícipes, se sienten que son parte del proceso y comprenden el por qué, entonces van a ser mucho más colaboradores. Ellos asumen las reglas perfectamente si las entienden”, explicó Mendigutxia.

María Guerrero cree que hay que recurrir a los argumentos científicos y explicarles que el exceso de pantallas puede perjudicar su salud, ya que generan estrés, irritabilidad, aislamiento y depresión: “A los niños no les vale cualquier argumento, necesitan datos concretos y gráficos para colaborar”, explicó Guerrero.

Además, la psicóloga agregó: “Prohibir no sirve de nada porque van a tener que utilizar Internet para estudiar y mantenerse en contacto con sus compañeros. Además, cuando prohibimos totalmente algo, impedimos que nuestros hijos aprendan a establecer una relación sana con ello y eso genera problemas más graves a largo plazo porque se acaba convirtiendo en un objeto de deseo grande”.

 

3. Aquí sí, ahora sí

 

Los expertos también proponen que se limiten los espacios y momentos: “El móvil o tablet debe usarse en un espacio común de la casa, no debe usarse mientras estamos en familia en las comidas y tampoco dejarles solos. Igual que no dejas solo a tu hijo en una discoteca o en medio de Nueva York, no les debemos dejar solos en Internet, hay que estar a su lado, supervisándolos”, apuntó Guerrero.

Las aplicaciones de control parental pueden ayudar en esos límites, así las familias pueden supervisar lo que ven sus hijos y conversar con ellos al respecto.

4. Sé su modelo                                                                                                                                                

“Somos lo que nos enseñaron nuestros padres cuando intentaban no enseñarnos nada”. Esta frase del filósofo y escritor Umberto Eco es una de las favoritas del educador Francisco Castaño para explicarles a las familias que pasan por su consulta la importancia de lo que hacen las madres y los padres en los procesos educativos.

“Los menores acaban haciendo lo que hacemos los mayores. Igual que no puedes decirle a tu hijo que no beba alcohol con una cerveza en la mano, no puedes pedirle que apague el móvil si tú no dejas de mirarlo. Por eso la reflexión y el plan de acción debe ser en familia y con el compromiso de todos, de padres y madres, de preservar espacios sin tecnología”, concluyó Castaño.

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