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Dar antibióticos a la madre en el parto afecta a la flora intestinal del bebé

Se trata de una práctica habitual cuando se detecta estreptococo B en la mujer para evitar que se lo traspase al bebé. Se prescribe en el 30% de los casos, pero favorece a la resistencia antimicrobiana.

La administración de antibióticos a la madre durante el parto es una práctica común que se prescribe en el 30 % de los casos por distintas razones, sin embargo afecta a la flora intestinal del bebé. Un nuevo estudio sugiere que su uso favorece la aparición de bacterias resistentes a estos medicamentos.

Los resultados del trabajo se publican en Microbiome, en un artículo que firman investigadores del español Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Parma (Italia).

Los científicos estudiaron los efectos que tiene la administración de antibióticos sobre la microbiota intestinal en el alumbramiento a término de los niños (a partir de la semana 37 de gestación) nacidos mediante parto vaginal, según una nota del CSIC.

En trabajos previos, los científicos ya habían demostrado que la exposición a antibióticos, incluidos los administrados durante el parto, provocaba «grandes alteraciones» en el establecimiento de la microbiota intestinal -microorganismos- en niños prematuros.

Ahora, el equipo coordinado por Miguel Gueimonde del CSIC, se centró en bebés nacidos a término y el efecto que en ellos causan los antibióticos administrados en el parto a la madre –se trata de una práctica habitual para evitar que se traspase al recién nacido la bacteria estreptococo del grupo B en el caso de detectarse en la vagina o el recto de la madre.

«Hemos confirmado que también en estos bebés el establecimiento de la microbiota intestinal se ve afectada, al menos durante los tres primeros meses de vida», que es lo que ha durado el seguimiento de este estudio, explicó a Efe Gueimonde, quien añadió que la intención ahora es hacer otro análisis al año de vida de los niños.

Los investigadores observaron una reducción en los niveles de microorganismos de la familia Bifidobacteriaceae, así como el incremento de las potencialmente patógenas Campylobacteriaceae o Helicobacteriaceae (el hecho de tenerlas no implica infección pero sí aumenta el riesgo de padecerla).

Asimismo, miraron con qué frecuencia aparecen ciertos genes de resistencia a antibióticos.

«Los resultados muestran que los antibióticos -en concreto profilaxis antimicrobiana (penicilina) administrados a la madre-, además de alterar el establecimiento de la microbiota, también afectan los genes de resistencia a estos medicamentos», concluye.

Según Gueimonde, esto último no es un problema en sí mismo, pero sí podría suponer un inconveniente en un futuro: «al estar estos genes de resistencia presentes en la microbiota intestinal, existe el riesgo potencial de transferencia de los mismos a microorganismos patógenos y entonces, cuando haya que tratar la infección por uno de estos patógenos, el antibiótico podría no ser efectivo».

Los investigadores analizaron muestras fecales de 40 niños; de ellos, 18 de partos en los que se administró penicilina a la madre.

Mediante tecnologías de secuenciación genética masiva, monitorizaron la evolución de la microbiota durante los primeros 90 días de vida; también la presencia de diversos genes de resistencia en muestras de niños de 30 días.

Según Gueimonde, «en ningún caso con este estudio queremos decir que hay que acabar con la práctica de suministrar antibióticos a la madre, sino que esta tiene efectos secundarios y uno de ellos es en la microbiota del bebé».

«Sabemos que el establecimiento de la microbiota en etapas iniciales de la vida es muy importante para la posterior salud del individuo», subraya este científico, quien argumenta que se deberían buscar estrategias o desarrollar suplementos dirigidos a minimizar esos efectos secundarios en niños.

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