HAY DéFICIT EN CONSUMO DE PASTAS |

Afirman que la mesa de los argentinos no responde a una dieta saludable

Un estudio asegura que el menú típico del país es monótono y depende de productos básicos como el trigo, la carne vacuna, el aceite de girasol y la papa. Se ingieren pocas verduras y legumbres.

La alimentación diaria de los argentinos es poco variada, monótona y depende de algunos productos básicos como trigo, carne vacuna, aceite de girasol y papa, dejando a un lado las recomendaciones de los especialistas de que una dieta «saludable». El dato se desprende de un estudio privado «Hay que cambiar la mesa de los argentinos», realizado por los nutricionistas Agustina Saraví y Sergio Britos, miembros del Programa de Agronegocios y Alimentos.

Según el trabajo, los hábitos alimenticios de los argentinos no respetan las pautas de una nutrición sana, que incluye variedad de pastas y cereales preferentemente enteros, legumbres, verduras y frutas de todo tipo y color, leche, yogur y quesos, cantidad moderada de carnes magras de distintos tipos de animales (vaca, cerdo, pollo, pescado) y aceites de diverso origen (girasol, oliva, soja, canola).

La investigación reveló que existe una brecha negativa del 58%  en promedio, y del 65% en los hogares pobres entre la dieta habitual de los argentinos y los alimentos esenciales en una dieta saludable: lácteos, hortalizas, pastas, arroz y cereales, frutas, carne porcina, pescado y aceites.

Argentina produce comestibles en cantidad suficiente para alimentar a más de 400 millones de personas. Sin embargo, diversos estudios señalan la persistencia de deficiencias nutricionales en probablemente un 15% o 20% de la población, en particular niños, en paralelo a un creciente número de chicos y adultos con sobrepeso y obesidad (3 de cada 10 niños y una de cada 2 mujeres tienen exceso de peso).

Un denominador común de los problemas nutricionales de los argentinos es la monotonía alimentaria, la alta dependencia de unos pocos productos básicos (trigo, carne vacuna, aceite de girasol, papa) y la escasa variedad de alimentos y comidas que conforman el menú típico del país (ensalada de lechuga, tomate, papa y cebolla, pastas, tartas, pan, milanesas, asado, pizza, sándwiches al paso).

En la «mesa de los argentinos» se consume menos verduras, frutas, legumbres, leche y aceites que lo recomendado y más carne (vacuna) que lo ideal. pero ante la pregunta ¿se consumen pastas u arroz en exceso como se cree? La respuesta indica que no.

Esto se debe a que el grupo de cereales comprende a productos como por ejemplo las pastas o el arroz, cuya composición nutricional refleja casi exactamente lo que se espera de un cereal (hidratos de carbono complejos o de asimilación más lenta, en algunos casos fibra y vitaminas del grupo B), como así también a otros productos con diferente composición.
Según los nutricionistas, el pan por ejemplo, mantiene los hidratos de carbono pero agrega en su elaboración una cantidad apreciable de sodio. Las galletitas o los derivados de la panificación también agregan sodio, grasas, en muchos casos saturadas y, si son dulces, también suman azúcares.

Algo similar ocurre con los alfajores y hasta con los cereales del desayuno y las barritas hechas de esa materia prima.  «Si bien en todos los casos, su ingrediente base es un cereal, hay que tener cuidado porque puede ser uno que además transporta cantidades variables de algunos nutrientes cuya ingesta debe moderarse o limitarse», señaló Sergio Britos, autor del estudio.

Además, destacó que es por eso que en la investigación, se separan a los cereales en tres grupos: las pastas y arroz, el pan y el resto de alimentos con base de cereal pero con otros ingredientes (galletitas, alfajores, panificados dulces y salados, snacks, barras, cereales de desayuno).

La conclusión es que con esa mirada, «la mesa de los argentinos no tiene exceso en la ingesta de pastas sino más bien un déficit (consumo vs dieta saludable) que en términos cuantitativos está en el orden de ½ kilo por mes por persona», sostuvo Britos.

El trabajo, además, intenta analizar las brechas alimentarias que existen en los comestibles de mejor densidad o calidad nutricional, determinar el impacto en la demanda que supondría el aparejamiento de esas desigualdades y proponer lineamientos para las políticas alimentarias.

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