Un reciente estudio anunció que la ingesta moderada de cerveza podría proteger al corazón de las lesiones miocárdicas agudas asociadas al infarto y favorecer la función cardíaca global.
La conclusión se desprende del trabajo “Intake of fermented beverages protect against acute myocardial injury: Target organ cardiac effects and vasculoprotective effects”, dirigida por la directora del Centro de Investigación Cardiovascular (CSIC-ICCC), Lina Badimón, y la también investigadora de dicho centro Gemma Vilahur.
La investigación, citada por la agencia de noticias Europa Press, fue publicado en la revista Basic Research in Cardiology. Para su realización, se emplearon animales de laboratorio a los que se les proporcionó durante diez días, además de una dieta rica en colesterol, unas cantidades de ligeras a moderadas de cerveza (un grupo con 12,5 g de alcohol al día, otro con 25 g de alcohol al día y un grupo al que se les suministró la bebida sin alcohol, además del grupo control que no consumió cerveza).
Tras la inducción de infartos, los animales continuaron recibiendo la misma dieta durante los siguientes 21 días. «El consumo moderado de alcohol (10-30 g al día) se ha asociado a un menor riesgo de infarto de miocardio o muerte en estudios en poblaciones con grave riesgo cardiovascular y en pacientes con enfermedades coronarias, por lo que con esta investigación aspirábamos a evaluar la ingesta de cerveza tradicional y sin alcohol seguía la misma línea», explicó Vilahur.
El resultado es que los animales a los que se les suplementó su dieta con un consumo leve o moderado de cerveza tradicional «manifestaron menor estrés oxidativo y apoptosis (muerte celular), así como una mejor fibrosis reparativa en el corazón y, por tanto, un mejor funcionamiento cardíaco global», subrayó.
La bebida está elaborada con ingredientes naturales, precisamente agua, cebada malteada y lúpulo, y contiene diversos nutrientes como vitaminas del grupo B, especialmente ácido fólico, además fibra y minerales, entre ellos silicio, potasio, magnesio y poco sodio. Asimismo, uno de los polifenoles (antioxidantes naturales) más destacados de la cerveza es el xanthohumol, presente en el lúpulo.
«Existen evidencias científicas que relacionan, tanto el xanthoumol, como el bajo contenido alcohólico que contiene la cerveza con efectos protectores en la salud cardiovascular», agregó Vilahur.
Por otra parte, el estudio concluye que 21 días después del infarto de miocardio, el tamaño de la cicatriz «era significativamente inferior en los animales cuya dieta fue suplementada con cerveza tradicional y sin alcohol, frente a los que mantuvieron una dieta habitual», agregó la experta.
«Por lo tanto, podemos confirmar que la ingesta moderada de cerveza puede favorecer la formación del tejido cicatrizal reparativo tras sufrir un infarto», afirmó Vilahur.
A lo largo de la investigación, tampoco se detectó diferencia alguna de aumento de peso entre los distintos grupos de animales. A su vez, el conjunto de roedores cuya dieta fue suplementada con un consumo moderado de cerveza tradicional mostró un mejor perfil lipídico en el momento del sacrificio, con un aumento significativo de las partículas de HDL (colesterol bueno o cardiosaludable) y una consecuente disminución del ratio colesterol total/ colesterol HDL, ya que cuanto menor sea este ratio, mejor salud cardiovascular se tiene.
“Sin embargo, el consumo de cerveza sin alcohol, aunque no aumenta los niveles de HDL, es capaz de mejorar la calidad de HDL haciendo que las partículas de HDL adquieran gran capacidad antioxidante. Todos estos hallazgos sugieren que, aparte del contenido de alcohol, que principalmente aumenta los niveles de HDL, otras sustancias derivadas de las plantas presentes en la cerveza contribuyen a las propiedades antioxidantes que protegen el corazón frente al daño cardíaco oxidativo que se produce durante el infarto y la posterior revascularización de la arteria ocluida», concluyó Vilahur.