Alteración de los patrones de sueño en la tercera edad

Las personas mayores duermen distinto. Esto no indica la presencia de una enfermedad, sino un cambio típico de los años.

Seguramente a más de uno le habrá pasado eso de reemplazar un electrodoméstico, un acondicionador de aire por ejemplo, y darse cuenta de que el flamante equipo no hace los mismos ruidos que hacía el anterior. Llama entonces al servicio técnico porque es “evidente” que alguna falla tiene. Pero luego le explicarán que simplemente el nuevo artefacto funciona distinto que el anterior.

 

Pues bien, lo mismo sucede con el dormir: la edad modifica la forma en que funciona el cuerpo y altera los patrones de sueño sin que ello implique necesariamente una anomalía o una enfermedad. En general, se trata tan sólo de una consecuencia normal del proceso de envejecimiento.

 

Así, al llegar a la tercera edad, las personas perciben que ya no duermen tanto como antes y que se despiertan varias veces por la noche, pero ello no siempre es sinónimo de enfermedad o trastorno.

 

El sueño cumple una función restauradora y reparadora a lo largo de toda la vida. De sus cinco fases, las últimas dos son las que permiten especialmente descansar los músculos y la mente. Si bien muchas personas ven al dormir como una pérdida de tiempo, es, por el contrario, una actividad “productiva” más. El cerebro y todos los demás órganos siguen funcionando y, gracias al sueño, podrán hacerlo una vez más al día siguiente.

 

Una característica del sueño en las personas mayores es que comienzan a dormir menos horas de las que solían hacerlo unos años antes y, además, sienten la necesidad de hacer una o dos siestas durante el día. Por esta razón, muchas personas creen que sería mejor no recostarse por la tarde para poder dormir más durante la noche.

 

Sin embargo, esta afirmación no es cierta: una o dos siestas cortas no impedirán que la persona concilie el sueño a la misma hora de siempre ni acortarán el sueño nocturno. Como señala el Dr. Eduard Estivill en su libro “Dormir bien para vivir más”, dos siestas de unos 10 ò 15 minutos complementan, no reemplazan, el sueño nocturno.

 

Todos nos movemos al dormir y quizás una o dos veces nos despertamos, pero volvemos a conciliar el sueño a los pocos segundos y al día siguiente ni siquiera lo recordamos. En las personas mayores, estos despertares se producen con más frecuencia y son más prolongados. Por eso es que luego se acuerdan de que su sueño se vio interrumpido, por ejemplo, para ir al baño, y probablemente sientan que no han descansado lo suficiente.

 

¿Por qué sucede esto? El sueño consta de cinco fases, que van de más superficial a más profunda. La duración de cada una puede variar según el momento de la noche pero, en un dormir normal, este ciclo suele producirse de cuatro a cinco veces. Pero si uno interrumpe significativamente el sueño, el ciclo volverá a comenzar desde la fase superficial. De ahí esa sensación de no haber descansado lo suficiente.

 

Estas alteraciones observadas en los adultos mayores suelen ser normales, pero a veces sí pueden ser un signo de una enfermedad o trastorno subyacente. Ante la menor duda o cuando estos cambios en los patrones de sueño alteran de modo significativo la vida, es necesario consultar al médico para descartar otros problemas.

 

Si no hay ninguna afección de base que permita explicar dichos cambios, entonces las personas mayores pueden adoptar algunos sencillos pasos para dormir mejor: establecer horarios para irse a la cama y para despertarse (el cuerpo tiene su propio reloj biológico y una rutina establecida); si uno duerme entre cinco y seis horas, será conveniente retrasar el horario para ir a acostarse de forma tal que uno se despierte a una hora razonable (y no a las tres de la madrugada); no debe hacerse ejercicio ni tomar bebidas con cafeína antes de ir a dormir, ya que esto puede dificultar la conciliación del sueño; y la cama debe utilizarse únicamente para dormir, no para comer ni ver televisión.

 

Sin duda, la cantidad y la calidad del sueño repercuten en nuestro estado físico y mental durante la vigilia. Por ello es recomendable que, ante los cambios que aparecen con la edad, uno implemente estrategias que le permitan dormir las horas suficientes y descansar bien. No es imposible.

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