América Latina: crece área de circulación de hantavirus, pero no aumentaron los casos

Expertos estiman que el cambio climático y las alteraciones en el medioambiente puede propiciar el acercamiento de ratones vectoresal hombre. Sin embargo, no se registró una suba sostenida de afectados.

El área de circulación del hantavirus en América Latina creció en los últimos años, entre otras razones por el cambio climático y alteraciones del medioambiente, pero no hay evidencias de un aumento del número de casos, aseguran los expertos. En Argentina tampoco hubo una suba de afectados.

Según informó la Comisión de Emergentes de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), en el país “no hubo aumento de casos en el corredor endémico de esta enfermedad”.  Sin embargo, el organismo señaló que «cualquier situación ambiental que condicione acercamiento de roedores reservorios al hombre podría ser vinculado a factores de riesgo» y que «se han realizado estudios de alteración del medio ambiente y dinámica de población en este sentido».

La SADI añadió que “asimismo, la deforestación no solo implica riesgo al trabajador involucrado en esa tarea, sino que provocaría el desplazamiento de la población animal».

El virus se aloja en algunos ratones silvestres, como el colilargo, y se trasmite a los seres humanos ocasionándoles fiebre hemorrágica con síndrome renal o síndrome pulmonar, ambos con alto índice de mortalidad.

“Los cambios climáticos, los proyectos de desarrollo y las actividades humanas que alteran los nichos ecológicos de los roedores y el ingreso sin precauciones de las personas a esos nichos son factores comunes en los países de la región”, dijo el especialista peruano César Cabezas.

En Chile, donde en los últimos días murieron cuatro personas, el ministro de Salud Jaime Mañalich habló de “alerta máxima”, mientras que se culpa a los incendios forestales por la propagación del ratón trasmisor. También se reportaron muertes recientes en Paraguay, Uruguay y Argentina, pero si se compara el número de casos de los últimos años, en la región “no hay un aumento sistemático significativo”, aseguró el experto argentino Jaime Polop, quien dirige el Programa de Ecología de la reproducción de roedores sigmodontinos con importancia en la salud pública de la Facultad de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

“Lo que sí vemos es que el número de casos difiere entre años. Hay años que están por encima del promedio y otros por debajo, pero sin un patrón de aumento o declinación”, aclaró Polop, a la par que confirmó que “lo que aumentó es el número de áreas donde se detectó la infección, la superficie en la que se encuentra circulando el virus”.

En la zona donde desarrolla sus estudios, en torno de la localidad chubutense de Cholila, “se ha registrado una variación interanual del número de roedores, pero sin que se detectara un incremento sistemático”, explicó.

“En algunos años se ha reconocido lo que se llama ratadas (incremento explosivo en la cantidad roedores) para la que se han propuesto una serie de factores que la promoverían: disponibilidad del fruto de la caña colihue, condiciones ambientales favorables en la estación invernal, inicio temprano de la reproducción”, detalló.

Consultado por la influencia de las inundaciones, dijo que si éstas se producen en áreas donde está el virus pueden provocar «movimientos de animales infectados en todas direcciones, pudiendo éstos alcanzar zonas donde hasta ese momento no había infección”. Así, “el contacto entre los animales sanos susceptibles con los infectados que vienen movilizados genera alta probabilidad de difusión del virus”.

En ese caso, estimó, “se produciría la aparición de riesgo de casos humanos en un nuevo lugar y un aumento en la superficie en la que se encuentra la infección”.

En Chile, dijo, los incendios forestales “podrían propagar espacialmente la infección”, si se dan las condiciones antes citadas, al igual que ocurriría con la deforestación.

Según Polop, “es bastante lo que se conoce, pero mucho más lo que falta por conocer respecto del hantavirus en nuestro país; espero que muchos científicos apliquen proyectos a este serio problema de la salud pública”.

César Cabezas, del Instituto de Medicina Tropical «Daniel A Carrion» de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Perú, explicó que “la deforestación -inclusive la de incendio forestal- altera el hábitat de los roedores y da las condiciones para el contacto de las personas con estos reservorios y sus secreciones”.

En el Perú, informó, desde 2011 se reportaron cuatro casos humanos en Loreto, departamento de la Amazonia. “Es la primera vez que se confirman casos de hantavirus”, confirmó, sustentado en datos del Instituto Nacional de Salud.

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