Bronquiolitis: una infección respiratoria que afecta a bebés

El principal agente que la provoca es el Virus Sinicial Respiratorio (VSR). Los más afectados son los niños menores de 1 año. Todavía no existe una vacuna para combatirla.

Las infecciones respiratorias bajas son la principal causa de enfermedad y mortalidad en los niños. Dentro de este grupo se destacan la Neumonía y la Bronquiolitis. La primera afecta, en general, a todas las edades pediátricas, pero la segunda es prácticamente exclusiva de la edad infantil o los menores de 2 años. La Bronquiolitis es una enfermedad infecciosa aguda que se caracteriza por signos y síntomas de obstrucción respiratoria.

 

Sus causas

 

Si bien son varios los agentes o microorganismos que la pueden producir, el responsable principal es el llamado Virus Sincicial Respiratorio (VSR). Otros, como el Adenovirus, el Influenza y el Parainfluenza pueden causarla, pero son de mucha menos trascendencia comparada al VSR. Ya desde el otoño y con un pico en junio y julio la epidemia de Bronquiolitis genera una intensa carga de atención en la salud pública infantil de nuestro país.

 

La edad que más se afecta son los menores de 1 año con un pico entre los 2 a 6 meses. Se estima que aproximadamente entre 15 y 25% de los niños pueden presentar bronquiolitis y que 1% debe hospitalizarse por compromiso respiratorio. Los chicos que concurren a guardería, que conviven con padres fumadores o en ambientes mal ventilados, son los que mayor riesgo tienen de desarrollar esta complicación.

 

Las infecciones que pueden provocar bronquiolitis son contagiosas. Estas se diseminan en pequeñas gotas de fluido que se emiten al toser o estornudar desde una persona infectada.

 

¿Cuáles son los síntomas que presenta el bebé?

 

Las primeras manifestaciones son similares a las del resfrío, como congestión nasal, tos y fiebre baja. Posteriormente la tos puede empeorar en los siguientes 3 a 7 días, apareciendo un silbido en la respiración con dificultad del niño para alimentarse o vomitar luego de un acceso de tos. Los padres deben estar atentos si el chico es capaz de alimentarse y puede dormir.  Si alguna de estas conductas se ve alterada y el pequeño se encuentra irritable, se debe consultar al pediatra.

 

La dificultad respiratoria más severa se destaca por la respiración poco profunda, el hundimiento del cuello y el tórax con cada aliento, conocido como “retracciones” intercostales y el aleteo de la nariz. Con menor frecuencia, los bebés pequeños, en especial los prematuros, pueden presentar episodios en los que dejan de respirar por poco tiempo (lo que se denomina “apnea”). En las etapas más graves el chico se fatiga por el trabajo de respirar y la piel puede tornarse azulada (“cianosis”).

 

La duración de la enfermedad es de aproximadamente 10 a 12 días, aunque la tos puede continuar por un periodo de varios días más, desapareciendo gradualmente.

 

¿Qué estudios se deben realizar?

 

El diagnóstico de bronquiolitis se realiza sobre la base de parámetros clínicos. Tanto la radiología como el laboratorio son complementarios. Normalmente se solicita una radiografía de tórax donde se observa que los pulmones se encuentran con mucho aire atrapado. En otras ocasiones puede observarse las llamadas atelectasias o pequeños segmentos del pulmón “desinflados”. Esta complicación de la bronquiolitis requiere el manejo con asistencia kinésica respiratoria, para permitir nuevamente el acceso de aire al segmento involucrado.

 

El laboratorio nos ayuda al diagnóstico microbiológico a través de los métodos de identificación viral en las secreciones respiratorias obtenidas con un aspirado nasofaríngeo.

 

Tratamiento

 

En la mayoría de los casos las bronquiolitis son leves y no requieren tratamiento específico, más allá de la humidificación de la vía aérea para permitir una tos más efectiva. Los antibióticos no son útiles, porque la enfermedad está causada por una infección viral y estos medicamentos sólo son efectivos en las bacterianas. En algunos casos, se administran medicamentos inhalatorios para ayudar a dilatar las vías respiratorias del niño que se encuentran obstruidas e inflamadas.

 

El mejor tratamiento para la mayoría de los niños es darles tiempo para recuperarse y muchos líquidos. Se deben ofrecer en pequeñas cantidades con mayor frecuencia que la habitual. Se debe mantener al niño boca arriba, con la cabeza y el tronco ligeramente elevada, a 45° para permitir una mejor mecánica de la respiración. El uso de una perita y gotas nasales de solución salina pueden ayudar a despejar la congestión nasal. Esto puede ser muy útil antes de alimentarlo y de dormir.

 

En la práctica y a pesar que existen algunos antivirales efectivos para el tratamiento del Virus Sincicial Respiratorio y el virus Influenza, como la Ribavirina y el Oseltamivir, estos no se utilizan salvo en situaciones excepcionales.

 

Evolución y Pronóstico

 

Virtualmente todos los casos de bronquiolitis en niños previamente sanos evolucionan sin complicaciones. La mortalidad general es baja, menor al 1% y se observa más frecuentemente en bebés prematuros o que presentan alguna enfermedad de base, como supresión de sus defensas o cardiopatías.

 

La relación de la bronquiolitis con el desarrollo posterior de asma es controvertida. Evidentemente hay un grupo de niños con historia familiar de hipersensibilidad bronquial, que pueden tener episodios de sibilancias recurrentes y reactividad bronquial con tos, generalmente luego del ejercicio. Esta situación se observa más frecuentemente en familias con padres fumadores y en regiones con alta polución ambiental.    

 

Prevención

 

Las medidas higiénicas como el lavado de manos frecuente y cubrirse la boca al toser o estornudar, evitan la diseminación de los virus que provocan la bronquiolitis.  También es útil mantener a los bebés alejados de aquellos que están resfriados, tienen tos o fuman y ventilar adecuadamente los ambientes.

 

No se ha desarrollado aún una vacuna contra el Virus Sincicial Respiratorio, principal causante de la bronquiolitis. La vacuna antigripal está indicada para niños con enfermedades predisponentes como las descriptas anteriormente.

 

Existe una terapia preventiva desarrollada a punto de partida de anticuerpos o defensas fabricadas sintéticamente contra el VSR que se administra en forma de inyección y previo a la temporada de epidemia. Está indicado para bebés con un alto riesgo de contraer la enfermedad en forma severa, como es el caso de los muy prematuros o aquellos que padecen una enfermedad cardíaca o pulmonar crónica.

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