Cambió nuestra forma de tener hijos, ¿para bien?

Tanto a nivel médico como social, los niños llegan hoy al mundo de una forma distinta. El amor no es siempre el motor de la concepción y la proporción actual de cesáreas abrió el debate entre la mayor seguridad y la deshumanización.

El nacimiento es un espejo de la sociedad. Ha tenido una mirada muy cientificista en los últimos tiempos, pero hoy las lecturas son multidisciplinarias. Tanto a nivel médico como social, la forma en que los hijos llegan al mundo cambió en forma muy notoria, y hay quienes advierten que se ha deshumanizado.

En sus comienzos, el alumbramiento se encontraba en las manos artesanales de las parteras, cuya formación era solo idónea y no sistemática. Recién en el siglo XVI,  los hombres y sus “fierros” irrumpieron en la atención de los partos, en especial de los peligrosos, para los cuales utilizaban fórceps, ventosas y otros instrumentos, a fin de resolver las obstrucciones que, inexorablemente, culminaban con la muerte de las parturientas. Entonces, la obstetricia no era una materia obligatoria en las escuelas de Medicina y su aprendizaje no era bien recibido por la mayoría de los estudiantes.

Es difícil dar una fecha precisa, pero fue en el último tercio del siglo pasado cuando la obstetricia sufrió cambios espectaculares y se convirtió en una especialidad médica que no solo debía atender la salud de la mujer sino también explorar y comprender la del feto. Es así como la medicina materno fetal se desarrolla con gran vigor, sobre todo gracias a la ecografía. Con ella, los médicos logramos visualizar al feto tal como si fuera un paciente que está frente a nosotros, y podemos estudiar su actitud y movimientos, sus órganos, sus vasos y la distribución de su sangre. Además, hemos invadido al feto y su entorno para tomar muestras de sus vellosidades coriales o de líquido amniótico, y detectar así algunas enfermedades particulares. ¡Hasta se le hacen cirugías de corazón, tórax, riñones y vejiga! No hay dudas de que nuestro conocimiento actual del feto es bastante similar a los diagnósticos y procedimientos que se efectúan en un adulto. Y no menos importante es que la ecografía hace que un hijo ya nazca con un sexo, un nombre y una presencia concreta en el seno familiar.

Las parejas actuales ante la gestación y el nacimiento

Se suele decir que los hijos son producto del amor o de la necesidad de conservación de la especie, pero, muchas veces, la sociedad muestra escenarios notablemente distintos. Detrás de nuestra festividad por los embarazos y los nacimientos, se esconden escenarios de violencia, falta de programación, soledad y cierta irresponsabilidad al traer hijos al mundo. En otros casos, la obsesión por los niños muestra que son un medio y no un fin en sí mismos.

Más allá de los motivos que llevan hoy al embarazo, las mujeres viven el nacimiento con más confianza que años atrás. Al tener más conocimiento y recibir una preparación más elaborada, su miedo es menor. A esto se suma que la analgesia y la anestesia son herramientas relativamente comunes, por lo que ya no les asusta tanto el dolor. Pero no puedo dejar de mencionar mi disgusto cuando veo que hoy, en un mundo atravesado por las cuestiones de género, las mujeres de condiciones socioeconómicas desfavorables que dan a luz en hospitales públicos no pueden tener la misma posibilidad de anestesia que las que pertenecen a la seguridad social. Las inequidades en estos y otros temas persisten sin vías de solución. En estos sectores, los políticos miran al vacio y piden ser votados para las soluciones que nunca tendrán.

Con respecto a los hombres, el tiempo modificó su participación en el parto. Años atrás, los papás llegaban a la maternidad con un ramo de flores una vez que el niño ya había nacido. Hoy, están presentes en los controles prenatales y suelen tener una participación activa: se involucran en las dudas y preguntas, y buscan la mejor forma de acompañar a sus parejas en el proceso. Su presencia durante el nacimiento tiene inclusive una ley que protege esta modalidad. Al convivir con sus hijos desde el primer momento, lograron modificar, en parte, la actitud de presencia, ayuda, cooperación y apego.

Parto o cesárea, el debate continúa

Pero si de nacer hablamos, no podemos ignorar el impacto que causó la cesárea. Hace 50 años, todos los partos eran vaginales y esta operación era un evento casi inexistente. No había miradas naturalistas, ni cientificistas, ni feministas, ni económicas; solo se paría vaginalmente. Ahora suele haber permanentes protestas con respecto a la proporción que alcanzan las cirugías, sin que esté claro aún cuál es el número adecuado de acuerdo a cada población, a cada institución y cada una de las características particulares de los nacimientos en general.

En la actualidad, sobre el parto o la cesárea opinan las mujeres, las obstétricas, los obstetras, las sociedades científicas, los terceros pagadores y la sociedad en su conjunto. Nadie tiene la verdad pero todos opinamos. ¿Cuál es mejor? Mi impresión y lo que observo en quienes realizan partos es que todos, en mayor o en menor medida, resolvemos este dilema aceptando un parto vaginal de bajo riesgo o apelando a la cesárea como alternativa segura para el nacimiento de un niño.

¿Qué piensan las embarazadas? Anteriormente, preferían el parto vaginal y veían a la cesárea como a una intervención que resolvía la imposibilidad de dar a luz en forma natural. Hoy, en cambio, y con el sustento de un principio de autonomía, las mujeres pueden elegir la forma en que nacen sus hijos. Pero para elegir, para ser verdaderamente autónomo,  hay que tener conocimiento y es así como ahora se suelen analizar los aspectos positivos y negativos de cada estrategia en los controles prenatales y en los cursos de preparación para el parto, para luego establecer una estrategia particular para cada caso. Estos análisis no solo evalúan el tamaño del feto y de la pelvis materna, sino también las preferencias de  la mujer y las condiciones propias de cada embarazo. Es probable que, a medida que disminuya el número de hijos, la opción cesárea y aún programada se convierta en una elección frecuente.

Por eso, y no sin razón, algunas mujeres buscan escenarios que se alejen del parto institucionalizado y medicalizado. Es comprensible y estos deseos probablemente serán satisfechos por las mismas instituciones a través de una oferta de escenografías menos intervencionistas y más naturales. La medicina puede haber deshumanizado el nacimiento, pero no cabe duda alguna de que le ha dado una seguridad realmente notable. Desde que aumentó el índice de cesáreas, las “catástrofes obstétricas” han prácticamente desparecido. Y manteniendo estándares de seguridad, las distintas maneras de nacer son aceptables.

* Recientemente, el Dr. Mario Sebastiani escribió el libro ¿Por qué tenemos hijos?, editado por Paidos. 

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