Claves para controlar la expansión del sarampión

Durante el año 2011, el virus responsable de la enfermedad se extendió por varias regiones de Europa y África. Mejorar la vigilancia epidemiológica y la vacunación, constituyen dos factores fundamentales para controlar su incidencia.

El sarampión es una enfermedad viral muy contagiosa y grave, de hecho,  es una de las principales causas de muerte entre los niños pequeños, a pesar de que existe  una vacuna segura y eficaz para prevenirlo.

En 1980, antes de que se generalizara el uso de la vacuna, el sarampión causaba cerca de 2,6 millones de muertes al año. Hoy es la falta de niveles adecuados de inmunización lo que genera el riesgo del reingreso viral en las comunidades. Esto justificaría las epidemias ocurridas en África subsahariana, Europa y Estados Unidos, ya que en países como Argentina, donde ha sido prácticamente eliminado, los casos importados de otros países siguen siendo una importante fuente de infección.

Situación epidemiológica

La intensificación de las actividades de vacunación influyó de forma decisiva en la reducción de la mortalidad a causa de esta enfermedad. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 2001 y 2011 fueron inmunizados 1.000 millones de niños de 9 meses a 14 años. Gracias a esta estrategia, las muertes asociadas al sarampión descendieron más de un 78%, pasando de 733.000 en el año 2000 a 164.000 en 2008. Dicha reducción ha sido de aproximadamente de un 90% en las Regiones de África y el Mediterráneo Oriental.

Durante el 2011, entre enero y noviembre, se reportaron 28.887 casos en 29 países de la Unión Europea. Más del 50% del total de las infecciones correspondieron a Francia que, al igual que Italia y Rumania, experimentó brotes que se diseminaron a varias regiones. Ucrania y Rusia reportaron epidemias asociadas a los casos de la Unión Europea.

Si bien la incidencia es similar a la que se registró en 2010, resulta 4 veces más elevada que en años anteriores. Según los datos provistos por el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC), los más afectados fueron los menores de 1 año y, en segundo lugar, los niños entre 1 y 4 años. Las infecciones sucedieron, en su mayoría (82%) en personas que no habían sido inmunizadas, el 13% había recibido una única dosis y el 4% tenía dos ó más dosis.

En África, en 2009, se reportaron 36 mil casos de sarampión en 46 países, este número casi se quintuplicó en 2010 con 172.824 casos. Específicamente, la República Democrática del Congo reportó un total de 123.537 casos sospechosos de sarampión con 1519 muertes asociadas desde comienzos del año 2011. En el sur de Sudán se notificaron alrededor de 1511 casos sospechosos y fueron atribuidas 39 muertes a la enfermedad. Mientras que los brotes en los países del sur y del este africano como Sudáfrica, Zimbawe, Zambia y Malawi muestran la facilidad del virus para reingresar en comunidades y ocasionar grandes epidemias si los niveles de inmunidad no son los adecuados.

Las estimaciones de la OMS proyectan 1.7 millones de muertes entre los años 2009-2013 si los países de alto riesgo no mantienen las recomendaciones para el control y la vigilancia del sarampión.

Poblaciones en riesgo

Los niños pequeños no vacunados son quienes corren mayor peligro de padecer la enfermedad y sus complicaciones. Sin embargo, puede adquirir la infección cualquier persona que no esté inmunizada (es decir, que no haya sido vacunada y no haya sufrido este padecimiento).

El sarampión sigue siendo frecuente en muchas naciones en desarrollo, sobre todo en algunas zonas de África, Asia y el Mediterráneo Oriental. Cada año hay más de 20 millones de personas afectadas y, la mayoría de las muertes, precisamente más del 95%, se registran en países con bajos ingresos per cápita e infraestructura sanitaria deficiente.

Los brotes de la enfermedad pueden ser especialmente mortales en territorios que estén sufriendo desastres naturales, conflictos bélicos, o recuperándose de ellos. Los daños a la infraestructura sanitaria y a los servicios de salud interrumpen la inmunización sistemática, y el hacinamiento en los campamentos de refugiados y desplazados internos aumenta mucho el riesgo de infección.

Claves para la eliminación

Por tratarse de una enfermedad humana que no afecta a los animales, se considera que el sarampión podría ser erradicado si un porcentaje suficiente de la población mundial estuviera inmunizado (al igual que lo sucedido con la viruela).

Su eliminación (ausencia de trasmisión) significaría la permanente interrupción de la enfermedad, solo limitada a brotes. Para ello se requiere de una cobertura de vacunación del 95% con dos dosis, una labor de vigilancia para la pesquisa de casos y una pronta respuesta ante los brotes. Estas acciones son las que promueve ante los gobiernos la Iniciativa de Lucha contra el Sarampión, integrada por la OMS, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Cruz Roja Americana, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades y la Fundación de las Naciones Unidas. A través de esta propuesta, se espera lograr reducir la incidencia en un 90% para el año 2015.

Prevención

La vacunación sistemática de los niños contra el sarampión, combinada con campañas masivas de inmunización en países con elevada incidencia y mortalidad son estrategias de salud pública fundamentales para reducir la mortalidad mundial por esta causa. En 2008, aproximadamente un 83% de la población infantil mundial fue inmunizado con una dosis antes de cumplir un año de vida. En 2000, ese porcentaje fue del 72%. A pesar de la caída significativa de los decesos por la enfermedad, hay más trabajo por hacer. Desde 2009, los brotes en África amenazan con revertir los avances de la última década.

Para garantizar la inmunidad contra este agente infeccioso, la OMS recomienda administrar dos dosis de la vacuna, debido a que aproximadamente un 15% de los niños no están 100% protegidos con la primera. De este modo, el 98% de los inoculados, desarrollaría inmunidad de por vida.

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