Sin duda, todos conocen a alguien que sufre el Síndrome de Colon Irritable. Porque el SCI, tal como se lo conoce por sus siglas, es más frecuente de lo pensado, ya que afecta a entre el 10 y el 20% de la población. Sólo queda atenuar los síntomas de este trastorno, que no tiene cura.
El SCI se define como una alteración crónica de la función del colon sin que exista una anormalidad anatómica o estructural. Sus principales manifestaciones son dolor abdominal y alteración del hábito evacuatorio (constipación y/o diarrea) sin una causa aparente.
Aunque no tiene cura, los síntomas se alivian con una dieta adecuada, el control del estrés y la medicación apropiada, en caso de ser necesario. El comienzo del cuadro suele ocurrir en la adolescencia o en adultos jóvenes, y las mujeres lo padecen el doble que los hombres.
Existen diversas teorías acerca del origen del SCI:
• Una explicación señala que las causas serían las contracciones anormales o espásticas del colon. Estos retortijones incoordinados derivan en la retención de las heces (constipación) o bien en la expulsión acelerada (diarrea). Sin embargo, esta teoría no logra explicar los síntomas en todos los pacientes.
• Algunas personas desarrollan SCI después de una infección gastrointestinal severa (por ejemplo, salmonela).
• El estrés es un agravante de los síntomas, aunque difícilmente sea el origen de trastorno.
• La intolerancia a ciertos alimentos, como lácteos, legumbres y coles, también pueden ser causantes de esta dolencia. Estos alimentos aumentan la producción de gas en el intestino, lo que genera el dolor cólico.
• Muchos investigadores piensan que se trata de un aumento de la sensibilidad del intestino también llamado hiperalgesia visceral. Así, los movimientos y gases normales del órgano se perciben como dolor.
Síntomas
El dolor es generalmente de tipo cólico, de intensidad variable, localizado en la zona inferior izquierda del abdomen. En algunas mujeres los síntomas se asocian al ciclo menstrual.
Los cambios en las deposiciones también son característicos del cuadro. Predomina la constipación y alterna con episodios de diarrea, que generalmente ocurre después de una comida o al levantarse a la mañana. Otras manifestaciones asociadas son la distensión abdominal, las náuseas y hasta los vómitos. Puede provocar además cansancio, ansiedad, falta de concentración o dolores menstruales.
Tratamiento del SCI
Dada la variabilidad de síntomas que produce el SCI, los tratamientos pueden presentar diversos enfoques, de acuerdo a las necesidades del paciente. Por eso es vital una comunicación fluida con el médico, para elegir el camino más adecuado. En este sentido, es fundamental tener un buen registro de las manifestaciones presentadas, cómo los factores que modifican el hábito evacuatorio, ya sea el estrés, los alimentos u otros.
Éstos son algunos de los ejes a partir de los cuales se debe evaluar el mejor tratamiento para cada caso:
• Cambios en la dieta. Hay que identificar y eliminar los alimentos que empeoran los síntomas. Es usual que los médicos supriman los lácteos, al menos durante las primeras dos semanas, para analizar la reacción. Además, se quitan los comestibles que aumentan los gases intestinales, como las legumbres y las coles (brócoli, coliflor, repollo), además de limitar el consumo de café, alcohol y tabaco. Por el contrario, se suele recomendar el aumento en la ingesta de fibras, ya que mejora tanto la constipación como la diarrea.
• Terapias psicosociales. Es clave determinar el rol del estrés y la ansiedad en los síntomas y decidir qué acciones tomar: apoyo psicológico, terapias cognitivas o participar en grupos de autoayuda. Además, muchos pacientes sienten que hacer ejercicio diariamente los ayuda a sentirse mejor.
• Medicación. Existen muchas drogas que alivian los síntomas de la enfermedad, aunque no la curan. Sin embargo, el uso de remedios se reserva si el cambio de dieta y la inclusión de fibra no da resultados. La medicación puede incluir fármacos anticolinérgicoss (alivian el dolor cólico), antidepresivos (con dosis menores a las utilizadas en los casos de depresión), antidiarreicos, ansiolíticos (disminuyen la ansiedad que empeora los síntomas) o probióticos (bacterias “saludables” para tratar diversos trastornos gastrointestinales), entre otros.
En definitiva, el SCI produce una gran perturbación física y emocional. Pero con el tratamiento adecuado para cada caso, la mayoría de las personas no tiene complicaciones a largo plazo y aprenden a controlar los síntomas.