Un equipo de científicos de varios institutos de investigación alemanes descubrieron cómo navegan los espermatozoides humanos, a los que comparan con un instrumento de cuerda en el que la cola se mueve como una onda que contiene dos frecuencias distintas o «notas».
En el trabajo, publicado en Nature Communications, participaron científicos del Centro Europeo de Estudios e Investigación Avanzados (CAESAR) de Bonn, asociado a la Sociedad Max Planck, y del Centro de Investigación Jülich
El español Luis Álvarez, líder del grupo de biofísica de la movilidad celular en el Departamento de sistemas sensoriales moleculares del CAESAR, señaló en declaraciones a Efe que no está prevista una aplicación clínica de este descubrimiento, aunque sí podría servir en el futuro para pruebas diagnósticas.
Descifrar el movimiento de objetos de envergadura microscópica, conocidos como micro-navegadores, interesa tanto a ingenieros dedicados al diseño de micro-robots, como a científicos centrados en organismos de índole biológica como los espermatozoides, explica el equipo en un comunicado.
Su estudio muestra que la cola del espermatozoide es a la vez un propulsor, una antena que captura información sensorial y una pala de timón que sirve para ajustar el curso en función de la información registrada.
Los espermatozoides avanzan coleteando, de tal manera que generan una onda, explican.
Al propagarse esa onda de la cabeza hacia la punta de la cola, el líquido circundante es empujado hacia atrás y el espermatozoide hacia adelante; para virar, la cola se mueve de forma asimétrica o de lado, como una pala del timón.
El estudio muestra que el espermatozoide usa un mecanismo sorprendente para mover la cola de modo asimétrico: son dos las ondas que viajan a través de la cola al mismo tiempo, una con una frecuencia fundamental y la otra con el doble de esta frecuencia.
Su superposición se traduce en una onda con una amplitud modulada en el tiempo; el vaivén de la cola presenta una amplitud más amplia cuando se mueve en una dirección que en la otra, lo cual se traduce en un giro del espermatozoide.
«En términos musicales, se podría decir que el espermatozoide toca notas de dos octavas distintas», se describe en el comunicado.
La investigación mostró también que cuando el espermatozoide percibe la hormona femenina progesterona la frecuencia, amplitud y fase de las dos ondas se ajusta y, en consecuencia, el espermatozoide modifica la trayectoria.
«Cual instrumento afinado, el espermatozoide toca acordes que son orquestados por las señales químicas que encuentra en su camino», concluye.