La enfermedad cardiovascular es la principal causa de muerte en el mundo. A pesar de que se creía que era patrimonio del género masculino, las estadísticas actuales indican lo contrario. En la Argentina, una de cada 3 mujeres muere por enfermedades cardiovasculares, y la mayoría desconoce estas cifras. No existe nada más importante que conocer el problema para saber cómo enfrentarlo y prevenirlo.
La doctora Alfonsina Candiello, cardióloga del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA), presenta y analiza algunos mitos sobre la mujer y las enfermedades del corazón:
1. Las mujeres creen que padecen con mayor frecuencia cáncer (en especial de mama) que alguna enfermedad cardiovascular.
Esta creencia ha llevado a una menor preocupación tanto por los controles de salud del corazón, como por la prevención de los factores de riesgo coronarios.
2. Las mujeres tienden a presentar enfermedad coronaria unos 10 años más tarde que los hombres.
Si bien durante la vida fértil el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular es menor en la mujer que en el hombre, con la llegada de la menopausia este riesgo aumenta. Esto se debe a que se pierden en forma progresiva los efectos protectores de los estrógenos, por lo que se desaparecen parte de las defensas naturales contra estas dolencias. Es por ello que los valores de colesterol, y triglicéridos se elevan, aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y se favorece el desarrollo de sobrepeso y de hipertensión arterial.
3. Las mujeres presentan síntomas más difusos y atípicos que los hombres.
Es cierto que la enfermedad coronaria en el sexo femenino puede presentarse con el cuadro clásico de dolor de pecho como en el masculino, pero hay que tener en cuenta que frecuentemente pueden presentarse síntomas atípicos como opresión en el pecho, en el brazo o mandíbula, falta de aire, dolor de espalda o dolor abdominal, náuseas y/o sudoración.
4. Cuando una mujer sufre un infarto, el riesgo de muerte es mayor que en los hombres.
Esto se debe principalmente a que ocurre a edades mayores que en los hombres, en la que pueden sufrir otras enfermedades asociadas. También a que consultan más tardíamente al subestimar los síntomas y no relacionarlos con la presencia de enfermedad coronaria.
5. La mujer del siglo XXI
Sin dudas en las últimas décadas el rol de la mujer en la sociedad cambió de forma sustancial. Hoy no solo es hija, esposa y madre, con todas las responsabilidades y exigencias que estos roles implican, sino que estudia y trabaja a la par de los hombres. Por eso experimenta tanto o más estrés que ellos, es más sedentaria y tiene menos tiempo para ocuparse de su salud cardiovascular. Esto se suma a que la mujer de hoy fuma a edades más tempranas y toma más alcohol que sus pares de décadas pasadas. Todo esto sin duda, impacta negativamente.
Cómo protegerse
Existen hábitos que las mujeres pueden incorporar para prevenir el desarrollo de la enfermedad cardiovascular. La doctora Candiello los enumeró:
• No fumar y evitar ambientes donde se consume tabaco.
• Conocer los números que impactan la salud cardiovascular, más allá de la edad que tenga. Se debe controlar regularmente la presión: si las cifras son menores a 120/80 mmHg, son normales. También es recomendable medir el colesterol, que debe ser menos a 200 mg/dl. Por último, se debe conocer la glucemia en ayunas, que tiene que ser inferior a 110 mg/dl.
• Mantener un peso saludable: existe una relación entre el peso y la altura que se denomina índice de masa corporal (IMC). Se calcula con una sencilla cuenta: peso/altura2 (en metros). Por ejemplo si se pesa 70 kg y se mide 1,64 m su IMC será 26 kg/m2. Si el IMC es menor a 25 kg/m2 su peso es saludable, si está entre 25-30 kg/m2 usted tiene sobrepeso y si es mayor a 30 kg/m2 padece obesidad.
• Medir la circunferencia abdominal, ya que es un indicador de la grasa en el área. Debe ser menor a 82 cm.
• Realizar actividad física en forma frecuente. Sin duda, el ejercicio ayuda a mantener un peso saludable, reducir las cifras de presión arterial y los valores de glucemia y colesterol en sangre.
• Llevar una dieta que incluya frutas, verduras, granos enteros, lácteos descremados y pescados. Reducir el consumo de carnes rojas y evitar los alimentos procesados y congelados que se caracterizan por un alto contenido en sodio.
•Visitar periódicamente al cardiólogo para evaluar su salud cardiovascular.