INVESTIGACIóN PUBLICADA EN SCIENCE |

Después de los 105 años, la vida podría “no tener límites”

Tras analizar a más de 4.000 ancianos, científicos hallaron que el riesgo de muerte se estanca a esa edad y que es imposible determinar hasta cuándo durará la vida. Advirtieron que los peligros de fallecimiento se aceleran hasta los 80 y después decrecen hasta llegar a una meseta.

El límite biológico a la longevidad humana es un misterio, si es que existe, y una vez que se llega a los 105, el riesgo de muerte se estabiliza y permanece constante. Ello significa que después de esa edad resulta imposible decir cuál es el límite de la duración de la vida de las personas.

Por primera vez así lo demuestra una investigación italiana publicada en la revista Science, y realizada por la Universidad Sapienza de Roma, en colaboración con las de Roma Tre, Berkeley y Southern Denmark, y el Instituto Nacional de Estadística (Istat).

«Si existe un límite biológico a la vida humana esto no es aún visible y no fue detectado», dijo a ANSA la coordinadora de la investigación, Elisabetta Barbi, del departamento deEstadística de la Sapienza.

Hace tiempo la comunidad científica se preguntaba si y cómo cambia el riesgo de morir con el avance de la edad. Había quien sostenía que la curva de los riesgos de mortalidad seguía aumentando exponencialmente con los años, y quien, en cambio, estaba convencido de que  desaceleraba para luego alcanzar un nivel constante a las edades más elevadas.

Pero para responder a estas preguntas, era necesario estimar con exactitud el riesgo de mortalidad de los que superan los 100 años, cosa que hasta ahora no había sido posible por la falta de datos confiables.

Pero los investigadores italianos lograron hacerlo, basándose en los datos relativos a casi 4.000 connacionales que superaron los 100 años (la mayor parte de ellos son mujeres), recogidos entre 2009 y 2015.

De este modo pudieron verificar «que el riesgo de muerte acelera exponencialmente con la edad hasta los 80 años, para luego desacelerar progresivamente, hasta alcanzar una meseta y permanecer constante, o casi, después de los 105″, agregó la científica.

Otro dato interesante emergente de la investigación es que «para las generaciones de nacimiento más jóvenes los niveles de mortalidad son levemente más bajos», dijo Barbi.

Unido al crecimiento de los supercentenarios en los últimos años, este dato indica un aumento en el tiempo de la longevidad humana.

Un desarrollo similar de la mortalidad a las edades más extremas fue observado también en otras especies animales, como insectos y gusanos, lo que hace pensar que exista una explicación desde el punto de vista evolutivo.

El descubrimiento de este límite, según Barbi, «no sólo da una respuesta clara y cierta sobre las curvas de mortalidad, sino que es crucial para la comprensión de los mecanismos en la base de la longevidad humana, y los desarrollos futuros de las teorías del envejecimiento».

Es una primera «confirmación del rol jugado por la supervivencia selectiva, o sea el hecho de que sobreviven los individuos menos frágiles y vulnerables a las enfermedades y a la muerte», concluyó.

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