Dilemas éticos por la urgencia de lanzar una vacuna contra el ébola

Aunque normalmente se suele tardar años en demostrar que una vacuna nueva es segura y efectiva, en un esfuerzo por salvar vidas las autoridades sanitarias están decididas a sacar posibles vacunas en meses, prescindiendo de algunas de las pruebas habituales, y planteado cuestiones prácticas y éticas sin precedentes.

«Nadie sabe cómo lo haremos. Hay muchos temas difíciles para un despliegue en el mundo real y nadie tiene todas las respuestas aún», dijo Adrian Hill, que está realizando pruebas en voluntarios sanos de una vacuna experimental contra el ébola desarrollada por GlaxoSmithKline.

Hill, profesor y director del Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, dice que si sus resultados no muestran efectos secundarios adversos, la nueva vacuna de GSK podría usarse en personas en África Occidental hacia fin de año.

Incluso aunque el medicamento parezca seguro, lleva tiempo demostrar su efectividad, pero no hay tiempo cuando los casos de ébola se duplican cada pocas semanas y cuando la Organización Mundial de la Salud prevé que haya 20.000 afectados hacia noviembre.

Entre las cuestiones que afrontan los científicos están: ¿debería una vacuna no probada administrarse a todo el mundo o sólo a unos pocos?; ¿tendría que ofrecerse a los trabajadores sanitarios primero?; ¿a los jóvenes antes que a los viejos?; ¿Tendría que administrarse primero en Liberia, donde el ébola se expande más rápido, o en Guinea, donde está más cerca de quedar controlado?; ¿debería decirse a la gente que asuma que las protegerá del ébola?; ¿o deberían tomar todas las medidas de precaución que si no se hubieran vacunado? Y si es así, ¿cómo se sabría si la vacuna funciona?

Entre otras firmas que anunciaron desarrollos de vacunas contra el ébola fueron figuran Johnson & Johnson, NewLink, Inovio Pharmaceuticals y Profectus Biosciences.

La OMS dice que espera ver un uso a pequeña escala de las primeras inmunizaciones experimentales en África Occidental para enero del año próximo. También convocó a especialistas en vacunas, epidemiólogos, compañías farmacéuticas y expertos en ética para una reunión el lunes y el martes en la que se abordarán aspectos morales y prácticos.

«Normalmente es absolutamente primordial cuando estás desarrollando una nueva vacuna, pero esta vez vamos a tener que asumir más riesgos«, dijo Brian Greenwood, profesor de la Escuela Londinenses de Higiene y Medicina Tropical, que participará en la reunión dirigida por la OMS.

El caos causado por la epidemia hace incluso más difícil desplegar y rastrear el uso de una nueva vacuna, dijo Hill.

«Estás intentando hacer dos cosas al mismo tiempo: estamos intentando evaluar una vacuna y desplegarla -cuando normalmente evaluarías antes la vacuna, haciendo una prueba controlada aleatoria de doble ciego, y luego la desplegarían si se mostrara que era segura y efectiva», añadió.

Dado que el virus del ébola es tan mortal, quienes reciben una vacuna en pruebas deben tomar todas las demás precauciones y protegerse plenamente. Eso haría aún más difícil a los investigadores descifrar si lo que les ha protegido son los protocolos de seguridad y la ropa, o la nueva vacuna.

Normalmente los investigadores que prueban una vacuna dan a algunos de los voluntarios un placebo para crear un grupo «de control» que compara con quienes realmente toman la medicación. Eso es impensable en una situación en la que el índice de mortalidad es de hasta el 90 por ciento en algunos pueblos. 

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