Una mujer cordobesa donó su riñón a una compañera de trabajo, que sufre desde hace tiempo una larga enfermedad. El trasplante, que se realizó en el Sanatorio Anchorena del barrio porteño de Recoleta, resultó exitoso y ambas mujeres se recuperan favorablemente.
Graciela Palmeri de Zavalla, que vive en Marcos Juárez, concretó un anhelo que tiene hace 9 años: entregar su órgano para que su amiga Fabiana Páez, que realiza junto con ella tareas en la AFIP, pueda seguir viviendo.
Familiares de la mujer dijeron que el gesto «fue una manifestación de amor» y que cuando se enteró de que su rinón era compatible y podía salvar a su amiga, «no lo dudó un instante».
Tras la operación, los médicos expresaron que un año después deberán seguir con controles cada cierto tiempo, pero tanto el receptor como el donante podrán tener una vida normal.
El vínculo entre ambas mujeres comenzó cuando Páez se mudó a la localidad cordobesa. La mujer había arribado con su patología a cuestas, ya que sufre un padecimiento congénito en los riñones, lo que le impide tener una vida normal.
Palmeri de Zavalla fue testigo de cómo la salud de su compañera continuaba deteriorándose, a pesar de haberse realizado numerosos tratamientos. Hasta hoy, Paez se dializaba tres veces a la semana, lo que le impedía alejarse demasiado de la ciudad.
“Siempre trabajó al lado mío, en la misma sección y la vi sufrir mucho: no puede hacer una vida normal, no puede viajar, sufría muchísimo. Así que decidí ser su donante», comentó a la mujer, que tras consultar con su familia y distintos médicos, optó por ayudar a su amiga. «Todos me aseguraron que podría desarrollar mi vida normalmente», relató.
Al contarle a Páez su decisión, la primera respuesta fue de sorpresa y siguieron frases destinadas a hacerla recapacitar la decisión. «Siempre me decía: ‘Si te arrepentís no importa’, y yo la retaba», aseguró.
Ya con la decisión tomada, comenzaron desde hace cuatro años la recorrida por por médicos, centros de salud, especialistas y profesionales que determinaron la compatibilidad.
Rosa, hermana de Fabiana contó emocionada a Télam que Páez «hace 5 años que se viene haciendo dialisis y últimamente no estaba bien y hoy estamos todos contentos».
«La pude ver detrás de un vidrio, se la veía cansada pero contenta» -prosiguió Rosa – y explicó: «Los médicos le dijeron que todo salió muy bien y que mi hermana esta bien y podrá hacer una vida normal».
En tanto, Diego, el hijo Palmieri aseguró que «esto fue un acto de amor, estoy orgulloso de mi madre y de Fabiana que supo llevar con entereza esta lucha. Mi mensaje es que todos deberíamos tomar conciencia que las donaciones de órganos salvan vidas».
«Cuando se enteró de la enfermedad de su amiga, mi vieja dijo que le gustaría donar el órgano y a partir de ahí hizo todo. Estoy muy tranquilo y mi vieja también. Nos enseña como familia», dijo Diego.
Por tratarse de dos personas sin un lazo sanguíneo, las chances de que el trasplante llegara a concretarse eran mínimas. «Como yo soy donante vivo, no relacionado, tuvimos que hacer un trámite judicial que salió aprobado, después nos fuimos a Córdoba, hicimos el análisis de sangre de compatibilidad y a los 15 días salió que soy compatible», recordó Palmeri de Zavalla.
Es que la Ley de Trasplante prohibe la donación de órganos y tejidos entre personas vivas que no tengan un vínculo familiar, por lo que debieron tener la autorización especial de un juez.
El antecedente más inmediato fue el de la cantante Sandra Mihanovich, quien el 14 de agosto pasado donó su riñón a su ahijada Sonsoles Rey Obligado en una opoeración existosa efectuada en el Hospital Alemán de la ciudad de Buenos Aires.
