La vida de hoy no se compara a la de hace 30 años y los cambios en las actividades producen alternaciones físicas y biológicas. En este contexto, la infección vaginal se convirtió en unos de los problemas de salud con mayor incremento en los últimos tiempos; de hecho, cifras internacionales indican que el 80% de los motivos de consulta ginecológica son por este tipo de afecciones.
«La infección más frecuente en mujeres es la micosis o hongos, ya que este es el mal oportunista por excelencia», relató la Dra. Susana Pilnik, médica ginecóloga y miembro de la Sociedad Argentina de Endocrinología Ginecológica y de La Reproducción (SAEGRE), en coincidencia con un dicho en medicina que predica que a este tipo de problemas no los causa el germen que quiere sino el que puede, es decir, aquel que encuentra la puerta de entrada a un cuerpo que por algún u otro motivo se vuelve vulnerable.
«El uso de ropa ajustada, estar sentada mucho tiempo, elegir ropa interior de materiales sintéticos o el mal empleo de los protectores diarios no permiten la ventilación natural que la vulva necesita», aseguró la especialista en diálogo con DocSalud. Pero también agregó que otros factores que vuelven a la mujer susceptible son el cansancio excesivo o estrés, una dieta o higiene inadecuada y ciertos tratamientos antibióticos y hormonales.
Las infecciones que le siguen son las tricomonas y la vaginosis bacteriana, y si bien se dan a grandes rasgos de manera pareja en todas las edades, los motivos que ayudan a producirlas son los que cambian. «En las adolescentes suelen aparecer por el mal uso de los protectores diarios, la actividad física, el inicio de las relaciones sexuales y la depilación, por ese motivo se recomienda no extraer todo el bello púbico, ya que éste tiene la función de proteger los genitales», relató la especialista.
En las mujeres en edad reproductiva, los factores que colaboran en el desarrollo de las afecciones son «el estrés laboral y las situaciones externas, ya que suelen poner un énfasis en los demás y ocuparse de sus familias». Por último, en el grupo de las menopáusicas y las post menopáusicas, las infecciones ocurren por la carencia de estrógenos.
El pH, un valor para tener en cuenta
El pH es un indicador que muestra el grado de acidez o alcalinidad de un determinado producto o una zona definida, con una numeración que va del 1 al 14. Los valores más bajos son considerados ácidos, los del medio neutros y los más altos, alcalinos.
A cada área de nuestra piel también le corresponde un pH determinado y el de la zona vulvar es inferior al de otras partes del cuerpo: se sitúa en un rango plenamente ácido que oscila entre 3,8 y 4, lo que la ayuda a protegerse de las infecciones. El pH del semen es superior al de la vagina, con un valor neutro de entre 6 y 7. Por eso es importante higienizarse tras una relación sexual de manera inmediata.
«Durante la consulta ginecológica no suele salir el tema de la higiene habitualmente, ya que el paciente no lo habla y el profesional tampoco lo pregunta, pero el tema sale a la luz cuando ocurren infecciones reiteradas», indicó la Dra. Pilnik para luego agregar que no siempre aparecen por la falta de limpieza, sino por una mala elección del producto. Es que los jabones de tocador poseen un valor alcalino de 11, mientras que los de glicerina, un pH neutro de 7, por lo que ninguno de los dos resulta ideal para limpiar y proteger la zona.
Pero según explicó la médica, «hoy existen productos para la higiene femenina con pH ácido que ayudan a restituir el equilibrio natural de la mujer y protegerla de las infecciones y si bien en otras épocas estos jabones especiales no eran una necesidad, los cambios en el estilo de vida y la moda, hacen que hoy sí lo sean».
Otra de las ocasiones en el que el pH de la vulva se ve alterado es en la etapa del embarazo. Los cambios hormonales comprometen de manera directa la capa protectora ácida y la variación a un pH mayor a 4,2 «puede alterar el equilibrio de la flora habitual y dejar espacio a la proliferación de gérmenes». Por eso, durante los nueve meses de gestación, se vuelve vital tomar las precauciones para la higiene y la protección.
Cómo identificar una infección y qué hacer para evitarlas
Según aclara la especialista, el flujo vaginal debe ser «transparente y sin olor«, pero la presencia cambios en el color, en la cantidad y en la consistencia, además de prurito, ardor o aroma desagradable, pueden ser los indicadores de una infección. «Es importante consultar al médico ya que la desinformación acarrea miedo y muchas pacientes se angustian al pensar que se trata de un mal mayor; pero a veces es algo tan simple que sólo se requiere de un óvulo para curarlo», indicó la Dra. Pilnik.
De todas formas, existen criterios para evitar este tipo de afecciones. Entre ellos están: usar ropa interior de algodón de un tamaño que proteja toda la zona vulvar; evitar las prendas ajustadas o de materiales sintéticos, los desodorantes íntimos y los aromatizantes; higienizarse bien, en lo posible con un jabón de pH ácido; no retirar todo el vello púbico en la depilación; usar toallas higiénicas y tampones sin aroma y cambiarlos cada 4 a 6 horas; orinar antes y después del acto sexual y consultar al médico ante cualquier cambio.