Más bebés fallecen a causa del síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) en Año Nuevo que cualquier otro día del calendario. Según un estudio epidemiológico realizado por investigadores norteamericanos, el número de casos de SMSL aumenta un 33% en esta fecha, superior al incremento habitual que se observa durante el invierno. Las causas podrían deberse al mayor consumo de alcohol de los padres o cuidadores durante la noche anterior.
El estudio, publicado en la revista científica Addiction en diciembre 2010, analizó 129.090 casos de SMSL ocurridos en EEUU entre los años 1973 y 2006, y también consideró los accidentes de tránsito relacionados a la ingesta de alcohol en la población general. Ambos aumentaban significativamente en el día de Año Nuevo. El investigador principal, el sociólogo David Phillips de la Universidad de California, concluyó que la bebida puede ser un factor de riesgo para SMSL porque altera en los padres su capacidad de cuidar al bebé.
“Sabemos que las personas no pueden realizar sus tareas cotidianas en forma adecuada cuando están bajo los efectos del alcohol”, declaró Phillips, aunque agregó que aún no está claro si es un factor de riesgo independiente o si esta asociado a otros ya conocidos, como por ejemplo fumar o el co-lecho.
Para otros profesionales de la salud, estas conclusiones deben alertar sobre una posible asociación, pero advierten que estudios de estas características son “poblacionales o ecológicos” y no alcanzan a demostrar una relación causal “uno a uno” entre consumo de alcohol y SMSL. Se deben realizar más investigaciones para confirmar dicha conexión.
¿Qué sabemos sobre la muerte súbita del lactante?
Conocido también como “muerte en cuna” o “muerte blanca” porque ocurre generalmente en bebés saludables mientras duermen en su cama, el SMSL es la primera causa de muerte en lactantes de 1 a 12 meses de edad en los países desarrollados. En Argentina, donde fallecen alrededor de 500 niños por año por este problema, es la tercera causa, después de las infecciones respiratorias y las malformaciones congénitas del corazón. El síndrome se define como la muerte de un bebé menor de un año que no logra explicarse ni aún después de realizar una autopsia y de descartar otras enfermedades, analizando de manera exhaustiva los síntomas que presentaba antes de fallecer, sus antecedentes y los de la familia.
A pesar de no conocer cuál es la causa, se han identificado los factores de vulnerabilidad más importantes. Presentan mayor riesgo los niños nacidos prematuros y/o de bajo peso, las familias de bajos recursos económicos, las madres adolescentes, las que tienen un inadecuado control durante el embarazo y aquellas que han tenido sus hijos con intervalos muy cortos. También son vulnerables los bebés cuyas madres fumaron y consumieron alcohol durante el embarazo.
Esta comprobado que algunas prácticas aumentan considerablemente el riesgo del SMSL. Colocar al bebé en posición boca abajo para dormir, cubrir la cabeza o la cara con la ropa de cama, o abrigarlo demasiado mientras duerme. Otro factor adverso muy importante es la exposición al humo de cigarrillo.
Hacia fines de la década del ochenta, algunos países europeos comenzaron a realizar campañas de prevención que recomendaban poner a los bebés en posición boca arriba (supina o de espaldas) para dormir. Los resultados favorables de esta intervención fueron rotundos, los casos de SMSL disminuyeron drásticamente entre un 30% y un 80%. En 1994, la Academia Americana de Pediatría lanzó la campana “Back to Sleep” y la incidencia disminuyó un 12% en los primeros 6 meses. Es importante tener en cuenta que estas intervenciones no son fáciles de implementar porque implican modificar un hábito que está muy arraigado en la población.
Otras acciones que ayudan a disminuir el riesgo, además de la posición supina para dormir, incluyen no fumar durante el embarazo, no exponer al bebé al humo de cigarrillo, no abrigarlo de más durante el sueño, no compartir la cama o sofá con el niño para dormir, colocarlo sobre un colchón firme y no dejar juguetes en la cuna. Está comprobado que el uso del chupete para dormir previene la muerte súbita. Es importante que los niños tengan todas las vacunas del calendario actualizadas. Además, se recomienda la lactancia materna porque los bebés alimentados a pecho tienen un riesgo un tercio menor que aquellos que nunca fueron amamantados.
Fuente: Sociedad Argentina de Pediatría y Ministerio de Salud de la Nación