ESTUDIO PUBLICADO EN PEDIATRICS |

Estimulación temprana, una herramienta para prevenir las conductas violentas

La pobreza durante la infancia predispone a menor educación y comportamientos agresivos en el adulto. Los juegos interactivos y didácticos ayudan a disminuir este impacto.

La estimulación temprana fortalece el vínculo madre-hijo

Cada año mueren más de 8 millones de niños en países en vías de desarrollo, y más de 200 millones de chicos menores de 5 años sufren de retardo de crecimiento y no alcanzan su potencial de desarrollo cognitivo por problemas asociados a la extrema pobreza. Estas cifras muestran los efectos devastadores de las carencias en la infancia.

La desnutrición, el déficit de micronutrientes como el hierro, la inadecuada estimulación psico-social, las enfermedades infecciosas, la violencia familiar y social atentan contra la escolaridad y el aprendizaje y  perpetúan un círculo de precariedad que se transmite de generación en generación.  

Desde hace varios años se implementan diversas estrategias en los países subdesarrollados para intentar paliar este flagelo. La mayoría de ellas se basan en aportes de sustancias nutritivas para suplantar el déficit de alimentos. Algunos proyectos comprenden también programas educativos y de estimulación temprana.

Hace veinte años se realizó un estudio en Jamaica en niños entre 9 y 24 meses de edad  con retraso de crecimiento.  Las estrategias de apoyo implementadas consistieron en un aporte de leche y sesiones de juegos interactivos semanales con la madre para fortalecer el vínculo entre madre e hijo. Los niños fueron seguidos y evaluados a lo largo de su niñez y adolescencia para medir el impacto de la intervención.

Una centena de esos niños ahora adultos fueron convocados en la actualidad para determinar si los beneficios anteriores se mantuvieron en la edad adulta y estimar su coeficiente intelectual, su nivel de educación y su comportamiento social. Los resultados, publicados recientemente en la revista Pediatrics, mostraron que el grupo estimulado mostró menor probabilidad de involucrarse en comportamientos violentos y presentó también mayor coeficiente intelectual, mayor nivel de educación,  menos síntomas de depresión y de inhibición social. 

Estos resultados reflejan el impacto a largo plazo y hasta la vida adulta de intervenciones de estimulación temprana en la infancia en niños de ambientes pobres y de escasos recursos, particularmente, para la disminución de conductas violentas. Programas como el planteado en este estudio aplicados ampliamente, podrían tener un impacto importante en las mejoras cognitiva y social en las poblaciones de riesgo.

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