En lugar de actuar cuando la enfermedad de Alzheimer ya está declarada, los científicos ahora apuntan a desarrollar intervenciones que prevengan su desarrollo en pacientes que todavía están sanos. “Es un cambio de paradigma”, señaló la doctora Laura Morelli, investigadora del CONICET en el Laboratorio de Amiloidosis y Neurodegeneración del Instituto Leloir (FIL). “La experiencia de los últimos años indica que aplicar tratamientos específicos en etapas avanzadas no es efectivo”, agregó.
Semanas atrás, el gobierno de EEUU destinó 33 millones de dólares para buscar intervenciones que prevengan la enfermedad. Así lo anunciaron los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de ese país. Según la Organización Mundial de la Salud, 24 millones de personas tienen Alzheimer y la cifra aumentará en el futuro por el incremento de la longevidad.
El enfoque promueve ensayos clínicos de nuevas drogas en sujetos sanos y con riesgo genético de manifestar síntomas, por lo general después de los 65 años. Las drogas experimentales apuntarán a evitar la acumulación de las proteínas beta-amiloide que en cantidades anormales producen lesiones a nivel cerebral.
El monto del subsidio federal posiciona a la enfermedad de Alzheimer como un problema prioritario en EEUU y refleja el interés político de fomentar la investigación traslacional (del laboratorio a la aplicación clínica) para revertir los daños que la enfermedad ocasiona a nivel social y económico. “Imitar estas acciones en nuestro ámbito resultaría extremadamente beneficioso”, subrayó Morelli.
Para el doctor Pablo Richly, jefe de la Clínica de Memoria de INECO, cuando la enfermedad se manifiesta ya existe un marcado daño neuronal y la posibilidad de recuperación se reduce. “Una intervención precoz en esta etapa tendría más chances de lograr una reversión de la enfermedad”, señaló.
Sí existen indicadores que muestran la aparición de la enfermedad y que debieran funcionar como un llamado de alerta para pacientes y familiares. “Los trastornos de la memoria reciente (olvidos, preguntas y conversaciones reiterativas, perder objetos) que afectan las actividades de la vida cotidiana suelen ser la presentación inicial más típica, aunque no la única”, puntualizó Richly.
Fuente: Agencia CyTA-Instituto Leloir.