El agua segura en todas sus formas, ya sea corriente de red o embotellada, resulta la mejor bebida si de hidratación se habla. Sin embargo, existen mitos muy arraigados en la sociedad que hasta atentan contra su consumo, entre ellos que “las que poseen sodio son perjudiciales para el corazón” o que “beber durante la comida repercute en la digestión”.
Para derribarlos, un panel de expertos de distintas asociaciones científicas elaboró un documento, que fue publicado en la revista Insuficiencia Cardíaca. Participaron expertos del CESNI (Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil), la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) y la Asociación Argentina de Nutricionistas (AADYN) y se basaron en los datos representativos de un sondeo realizado por TNS Argentina a más de mil personas mayores de 18 años. Aquí, las conclusiones.
Mito 1: “Para cuidar el corazón hay que tomar agua baja en sodio”
Según el sondeo, casi el 80% de la población argentina lo considera cierto. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que el agua no contribuye significativamente en la ingesta total de sodio, con excepción de aquellas personas que necesitan una dieta de menos de 400 miligramos de este mineral por día, a lo que equivale a menos de un gramo de sal.
Según explicó el doctor Ricardo Iglesias, expresidente de la Sociedad Argentina de Cardiología, las personas que requieren este tipo de dietas “son generalmente pacientes internados, con insuficiencia cardíaca descompensada, crisis hipertensivas, o problemas renales o hepáticos que requieren hospitalización”
Por otra parte, Iglesias destacó que “la OMS asevera que no hay conclusiones firmes sobre la posible asociación entre el sodio en el agua y la hipertensión arterial ya que no proponen guías para regular este tema”.
Sin embargo reconoce que es frecuente que la población, e incluso los propios médicos la idea de que las aguas minerales son “altas en sodio” y le preocupa que las personas indiquen que “comen con sal, pero se cuidan con el agua”.
“Existe una estrecha relación entre la ingesta de sal en la dieta y la presión arterial, no sólo la agregada, sino también la que se halla en los panes y los alimentos procesados como los chacinados. Para tener un impacto en una reducción significativa de sodio es preciso concentrarse más en la sal de la comida que en la del agua, que tiene apenas 20 miligramos de este mineral por cada litro”, referenció el cardiólogo.
Mito 2: “Para cuidar que los chicos no engorden, hay que fijarse más en la comida la comida que en la bebida”
Un 74% de la sociedad argentina cree en este mito estrechamente asociado con la obesidad infantil. Según explicó el doctor Esteban Carmuega, director del CESNI, “la mitad de las veces que un niño abre la boca lo hace para beber”.
Ante este escenario, Carmuega indicó que “es equivocado pensar que las calorías de los líquidos pueden engordar menos que las que provienen de los alimentos sólidos, ya que la evidencia nos muestra que sucede lo inverso”.
“Esto ocurre porque los líquidos no producen tanta saciedad como los sólidos, pero las calorías engordan por igual”, indicó el nutricionista.
Por último especificó que en el país, los niños ingieren en bebidas e infusiones un equivalente a ocho sobrecitos de azúcar por día, una cantidad mayor a la de los adultos. En ese sentido “varios estudios científicos demuestran que el riesgo de obesidad se incrementa acorde aumenta la ingesta de bebidas calóricas”, detalló.
Mito 3: Cualquier bebida hidrata por igual, por lo que no es necesario tomar agua
La licenciada Romina Sayar, vicepresidenta de AADYN, indicó que “el 33% de la población considera cierta a esta creencia, que puede ser riesgosa”. Según la experta, esto sucede “porque según las recomendaciones para adultos, la mujer necesita tomar dos litros de agua por día y los hombres, dos litros y medio -también la incluida en los sólidos- y si se los consume e infusiones azucaradas o alchohol puede perjudicar la salud”.
En el país, un estudio sobre el Perfil de ingesta de agua y bebidas no alcohólicas en Argentina, determinó que “el 50% de los líquidos ingeridos correspondía a bebidas e infusiones azucaradas, mientras que los hidratos de carbono simples ingeridos a través de líquidos representaron el 9-15% del valor calórico diario, superando en la mayoría de los casos la recomendación de la OMS”, detalló el licenciado Luciano Spena, miembro de la Comisión Directiva de la AADYN.
Por último, Penna destacó que “la cantidad de líquidos ingeridos, así como su calidad, generan un impacto en el estado nutricional”.
Mito 4: “Hay que tomar agua sólo cuando se tiene sed”
Según explicó el doctor César Casávola, presidente de la SAN, indicó que “la sensación de boca seca aparece cuando las pérdidas de líquido corresponden a un 3% del peso corporal o más, por lo que este es un llamado de atención tardío en el cuerpo y se recomienda no llegar a este punto para consumir agua”.
Recordó además que antes de esta sensación, cuando se pierde entre el 1 y el 2% del peso corporal por falta de líquidos, se pueden tener dolores de cabeza, falta de energía, discofort y disminución del apetito, síntomas muy frecuentes que no suelen asociarse a priori con la deshidratación.
Mito 5: “Tomar agua durante las comidas dificulta la digestión”
Casávola también se encargó de desmitificar este mito, que alcanza al 60% de la población argentina, al decir que “beber agua durante las comidas no dificulta los procesos digestivos”, ya que su evacuación gástrica es rápida.
Por otra parte, los expertos sugirieron que incluir una jarra de agua en la mesa es una estrategia para mejorar hábitos en la ingesta de líquido y promover un estilo de vida más saludable.