La enfermedad de Alzheimer, o más sencillamente el Alzheimer, puede afectar a una persona cualquiera sea su sexo, raza o nacionalidad. Lo que sí incide como factor de riesgo es la edad, pues se sabe que el 10% de las personas por encima de los 65 años la padece; mientras que si se considera a aquellas de más de 90 años, esa cifra asciende prácticamente al 50% de la población.
En este sentido, si bien aún no existen fármacos que prevengan la enfermedad de Alzheimer, sí hay medidas que se pueden tomar, y que tienen eficacia comprobada para retrasar las manifestaciones de la enfermedad. “Estas consisten, básicamente, en utilizar el cerebro. Por ejemplo, se puede participar y hacer juegos que exijan las habilidades cognitivas, como palabras cruzadas, Sudoku, videojuegos, partidas de naipes, ajedrez y backgammon, entre otros. Además, la lectura tiene gran valor”, especificó el doctor José Antonio Bueri, jefe del servicio de Neurología del Hospital Universitario Austral (HUA).
Concretamente, lo fundamental es realizar actividades en las que se ponga en juego el ingenio, la memoria y las capacidades de orientación espacial. “Todo esto, que se denomina estimulación cognitiva, ayuda y retrasa la aparición de síntomas de deterioro cognitivo, y actúa como una ‘gimnasia’ para el cerebro”, destacó.
“La cuestión del desarrollo tanto de fármacos como de tratamientos relacionados con lo cognitivo ocurre por el gran costo que tiene la enfermedad para los sistemas de salud, dado que el Alzheimer dura entre 10 y 15 años, o más aún y durante ese período los pacientes son completamente dependientes de familiares o cuidadores”, explicó Bueri.
“Así, se están explorando nuevos fármacos con mecanismos de acción distinta a los existentes para el control de los síntomas de la enfermedad. Por ejemplo, entre los más novedosos, se cuentan las drogas que actúan a nivel de sistemas adrenérgicos. Sin embargo, estos tratamientos aún están en período de investigación”, completó el especialista.
No obstante, más allá de la cuestión farmacológica, es importante la intervención a nivel de la estimulación cognitiva, la cual brinda resultados modestos, aunque apreciables.
Por último, en cuanto a los síntomas, Bueri indicó que “los más precoces son los trastornos de la memoria, sobre todo los que involucran la memoria episódica (que es la relacionada con los eventos vividos). Por ejemplo, olvidarse de cosas que sucedieron, como viajes, fiestas, hechos ocurridos, entre otros.
“Luego se afecta la memoria para nombres. Finalmente, a medida que avanza la enfermedad, comienzan a aparecer problemas con la orientación en tiempo y espacio y dificultades con el lenguaje, entre otras alteraciones”, concluyó el experto.