Científicos del Reino Unido hallaron «importantes anomalías» en el cerebro de los adictos a la cocaína, lo que podría explicar el comportamiento compulsivo normalmente asociado al consumo de esa droga.
Escáneres cerebrales mostraron una «fuerte disminución de la masa gris» en los lóbulos frontales de los adictos, que afectan a funciones clave del cerebro como la toma de decisiones, la memoria y la atención.
Karen Ersche, del Behavioural and Clinical Neuroscience Institute de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, que dirigió este estudio, que fue publicado en la revista «Brain», descubrió que cuanto más tiempo lleva un individuo consumiendo cocaína, mayor es su déficit de atención y su recurso a la droga tiene carácter más compulsivo.
La mayoría de los consumidores de cocaína «son gente inteligente, que llega a todo tipo de extremos para comprar cocaína, cada vez más cocaína, con lo que ponen en peligro trabajo y familia», explica Ersche.
El equipo dirigido por esta científica escaneó para su trabajo los cerebros de 60 individuos dependientes de la cocaína y los comparó con los de 60 personas que no tenían ningún historial de consumo de drogas e identificó «importantes anomalías».
En concreto descubrió una reducción de la masa gris en la corteza orbitofrontal, área involucrada en la toma de decisiones y el cumplimiento de objetivos.
Entre las otras zonas afectadas por el consumo de cocaína está la ínsula, que cumple un importante papel en el aprendizaje y en la sensación de anhelo, así como el cíngulo, responsable de los procesos emocionales y de la atención.
Por el contrario se observó en esos individuos una hipertrofia del núcleo cordato, zona profunda del cerebro asociada al procesamiento de estímulos como las recompensas así como a los movimientos motores.