¿Cuándo se está listo para realizar un intercambio de parejas? ¿Pueden ayudar al vínculo o se está en riesgo de estropearlo? ¿Existe confusión frente a algunos términos como swingers? ¿Qué no debe faltar en un acuerdo previo antes de embarcarse? Son muchas las dudas alrededor de esta práctica, por lo que DocSalud.com consultó con especialistas, quienes despejaron todos los interrogantes.
El psiquiatra y sexólogo Enrique De Rosa explicó que los “verdaderos swingers” son las parejas que dialogaron y pactaron el intercambio juntas, con el fin de unirse más. Sin embargo reconoció que existe mucha confusión con respecto a este término. “Una vez me consultó una mujer que me dijo ´hace más de una década que no tengo vida sexual, pero mi marido sí, porque somos swingers’. Yo le repregunté ‘¿ustedes son swingers?’ Contestó ‘yo no pero mi marido sí’. En este caso no existe un intercambio de parejas sino la práctica de un solo sujeto, que disfraza con ese término su búsqueda de piedra libre o libertinaje”, dijo el experto y agregó que es frecuente ver a personas que se definen de este modo, pero que en realidad llevan a parejas ocasionales o a trabajadores sexuales a lugares swinger en busca de nuevas experiencias.
En la misma línea, la psicoanalista Ana Norma Delgado, opinó que “sería muy conveniente que el intercambio fuera muy hablado y aceptado por los miembros de la pareja para no entrar en una situación de reproches”. En sus palabras, el acuerdo debe estar muy pautado.
¿Pero qué no debe faltar en estos contratos? De Rosa explicó que en primer lugar, se debe poder decir “stop” sin dar razón. También, hay que tener conciencia de que “este juego es peligroso, pero puede servir para respondernos la pregunta ‘¿no estaré con esta persona con costumbre, o porque no vino ninguna otra?’”.
Por otra parte, indicó que así como en la sexualidad no existen posturas prefijadas sino que se puede dudar en determinado momento, tampoco los individuos son per sé absolutamente fieles o infieles a una pareja. Por ende, “si durante el intercambio se empiezan a vislumbrar otras áreas no previstas y cuando esa voz interna comienza a hacer mucho ruido, hay que preguntarse desde lo racional ‘¿es esto lo que realmente quiero?’, ‘¿qué buscaba yo cuando empecé?’, ´¿cuestionar mi pareja?’, ‘ ‘¿replantear toda mi vida?’, ‘¿o prestarle atención al ratón?´”.
Para Delgado, en nuestra cultura, los vínculos amorosos son más posesivos y cuando existe un compromiso afectivo aparece el deseo de pertenencia, fidelidad y lealtad. Por eso, muchas veces se puede correr el riesgo de que una de las partes, “por no querer quedar como pacato o por miedo a perder la pareja, acepta más por acatamiento que por convicción y eso puede devenir en que uno de los dos involucrados pueda salir muy lastimado después”.
Frente a esta cuestión, De Rosa busca hacerse algunas pregutnas: ¿Qué buscamos cuando nos disfrazamos de openmind? ¿Abrir, ofrecer otras experiencias? ¿Ver qué nos pasa? Subrayó que cuando una pareja opta ir junta a un lugar swinger, pero después uno de los dos se pregunta ‘¿no estará mi pareja en este momento con alguien de la oficina?’, significa que el tema se está saliendo de cauce.
Posibles consecuencias, buenas y malas
“Donde dos no quieren, uno no puede. Para que este acuerdo funcione debe satisfacerlos a los dos”, postuló Delgado y agregó que cuando uno no se siente a gusto, lo mejor es abrirse, por más que en esa postura se corra el riesgo de perder a la pareja.
En la misma línea, De Rosa indicó que “si a alguno de los dos no le gusta lo que hacen o se siente mal, la práctica se debe interrumpir de inmediato, o bien conversar sobre ella, discutir y negociar con la base del respeto mutuo”. Incluso indicó que ese diálogo puede fortalecer a la pareja, “porque es una pequeña tensión que cicatriza de inmediato”. En cambio “si el intercambio aparece como una imposición del estilo ‘si no hacés esto es porque no me querés y si no hago esto con vos lo tengo que hacer con otra’, es probable que se termine en una separación, ya que esta práctica no es un tema de pareja sino de sólo uno de los dos”, indicó.
Por otra parte, el sexólogo advirtió que se debe ver qué pasa sobre la marcha, por ejemplo, si uno de los dos se involucra sentimentalmente con otro. Ahí, juntos deben plantearse si mantienen una pareja abierta., concepto que también puede prestarse a confusión.
“Hay hombres que dicen estar en parejas abiertas y se sienten galanes, pero cuando por primera vez sus mujeres abren el juego, les molesta. Entonces aquí este vínculo enmascara la hipocresía de ciertos hombres que en lugar de mantener parejas abiertas, buscan tener otras experiencias sexuales y a la vez tener la heladera llena”, apuntó.
¿Pero cómo saber si se está en condiciones de pactar? Para el especialista, la charla previa debe ser profunda y de buena fe. Durante la conversación se debe hablar de las fantasías propias pero también prestar atención a dónde se coloca el otro. Concluyó que un narcisista o un infantil que no piense en las necesidades del que tiene al lado no va estar capacitado para negociar, más allá de la edad que tenga.