Cuando en 1909 Carlos Chagas descubrió en Brasil el agente causante de la enfermedad que lleva su nombre, pudo ya, además, describir el impacto médico-social de este problema sanitario.
Se trata de una infección parasitaria –la tripanosomiasis americana–, producida por el Tripanosoma cruzi y trasmitida por diversas especies de triatominos (vinchucas). Es una patología que evoluciona a un estado crónico y genera un alto impacto en la calidad de vida de las personas.
La enfermedad se inicia cuando la vinchuca infectada pica a una persona en la piel o las mucosas. Cuando esto sucede, el insecto defeca en forma inmediata y deposita así el agente infeccioso. Este penetra en el organismo y se difunde por las células musculares –sobre todo el músculo cardíaco– y las neuronas, en particular las del aparato intestinal, esófago y colon.
La fase aguda de la enfermedad de Chagas-Mazza consiste en un cuadro febril que evoluciona en dos a cuatro semanas. Afecta con mayor frecuencia a los niños, en quienes la presentación suele ser más grave, con intensos dolores en el cuerpo y de cabeza que acompañan a la fiebre. En 1935, el médico argentino Salvador Mazza hizo importantes contribuciones a la comprensión de la clínica y la anatomía patológica de esta etapa de la infección.
Superada esta fase, la mayoría de los pacientes pasa a un periodo sin síntomas, que puede prolongarse de 10 a 20 años, o de por vida. Esta forma crónica se puede detectar mediante análisis de sangre. Si los mismos arrojan resultados positivos, las personas pueden recibir un tratamiento con medicamentos orales, con la intención de que los análisis pasen a ser negativos.
La enfermedad crónica da lugar a problemas cardíacos, asociados a la dilatación cardiaca y las arritmias por bloqueos de rama, que evolucionan a una insuficiencia cardíaca. En el aparato digestivo, produce agrandamientos de esófago ó colon, que provocan severas alteraciones en la deglución y defecación de las personas.
Contagio
Es posible adquirir la infección en viviendas precarias, a través de la picadura directa de la vinchuca. En Argentina, este insecto es el principal vector para la transmisión del Tripanosoma cruzi. Se lo encuentra en todas las provincias –con excepción de Santa Cruz y Tierra del Fuego–, aunque la presencia de ejemplares infectados es mayor en el centro y norte del país. La vinchuca tiene hábitos nocturnos y su picadura es indolora. Su saliva contiene sustancias anticoagulantes y anestésicas que provocan una reacción alérgica local.
El contagio puede producirse también por transfusiones de sangre entera o plasma, por trasplantes de órganos y de madre a hijo durante la segunda mitad del embarazo.
Prevención y tratamiento
Es importante erradicar las viviendas precarias que tienen techos de paja ó similares, ya que estos generan reductos donde pueden vivir las vinchucas. Por este mismo motivo, las paredes deben estar limpias y libres de grietas.
En el test de detección de la enfermedad de Chagas-Mazza se realiza de rutina a las embarazadas. Si arroja resultados positivos, la mujer no puede recibir tratamiento durante el período de gestación, por lo que se debe controlar al hijo hasta que cumpla un año de edad y tratarlo si también resulta ser positivo, para evitar el paso a la cronicidad.
Si una persona vivió siempre en casas de material pero sus padres son del interior o de áreas rurales, o desconocen si están infectados, es prudente que se acerque junto con ellos a su médico de cabecera para solicitar un análisis de sangre que les permita saber si son portadores de la enfermedad.