Autoridades sanitarias pidieron a los adultos no «naturalizar» el consumo de alcohol entre los jóvenes y precisaron que la ingesta excesiva de esta clase de bebidas puede provocar daños en el desarrollo cognitivo, hemorragias digestivas y accidentes cerebrovasculares cuando se trata de niños, preadolescentes y adolescentes.
El ministro de Salud bonaerense, Alejandro Collia, aseguró que la intoxicación por exceso de bebidas alcohólicas abarcan más del 30% de los casos asistidos en el servicio de toxicología del hospital de Niños de La Plata.
«Es frecuente que lleguen al hospital de Niños de La Plata chicos de entre 10 y 19 años que toman bebidas alcohólicas esporádicamente, por ejemplo, cada 15 días, pero en cantidades exorbitantes”, precisó el funcionario, para quien «existe una permisividad social y cultural».
Collia opinó que los adultos «parten de una idea errónea» al considerar que la ingesta de alcohol entre los jóvenes «es un hábito propio de la adolescencia, que no entraña consecuencias graves”.
En ese sentido, la jefa de Toxicología de ese hospital, Ana María Girardelli, aseguró que “pocos padres saben que cuando un adolescente empieza a consumir grandes cantidades de alcohol en pocas horas tiene alto riesgo de sufrir trastornos neurológicos, cardíacos, digestivos y metabólicos, convulsiones, desvanecimientos, coma alcohólico y hasta la muerte”.
La especialista explicó que en la mayoría de los casos “el grupo de pares presiona hacia la borrachera: hay que tomar hasta no dar más e incluso se suele colocar al que no bebe en un lugar marginal, de debilidad”.
“De este modo, cuando los límites y los riesgos no están claros, tomar alcohol ´a morir´ les genera, a buena parte de los jóvenes, un sentimiento de pertenencia”, reflexionó.
La especialista sumó que muchos chicos buscan los efectos del alcohol para «animarse» a hacer cosas que no harían sobrios, «generalmente porque se trata de conductas de alta exposición o peligrosidad”.
“Una sola borrachera puede llevar a la muerte”, enfatizó la jefa de Toxicología y aclaró que la mayor parte de los adolescentes toma fernet, una bebida a la que muchos consideran un digestivo y que, sin embargo, tiene 45 grados de alcohol, una altísima concentración que lleva a la ebriedad con poco consumo.
Lo mismo ocurre con el gin o el tequila que los adolescentes suelen mezclar con energizantes que “enmascaran los síntomas de ebriedad, lo que les permite tomar más”, aunque advirtió que “como los efectos del energizante duran poco en el organismo, poco tiempo después de tomarlo caen abruptamente bajo los efectos del alcohol”.
En este marco, el ministro de Salud bonaerense recomendó promover el diálogo entre padres e hijos “para que los mayores ayuden a tomar conciencia de los riesgos” y adelantó que la semana próxima se realizará en Mar del Plata un Congreso para Padres.
El funcionario nformó que desde el Estado provincial se hacen «inspecciones permanentemente para que se cumpla con la ley, que prohíbe la venta de alcohol a menores”, aunque admitió que “numerosos comerciantes infringen la norma y, además, muchos adolescentes acceden al alcohol en sus hogares”.
“Por eso buscamos generar conciencia entre los adultos, para que nos ayuden a educar y proteger a sus hijos”, dijo el ministro que precisó que en lo que va de enero inspectores de la subsecretaría de Adicciones realizaron 268 inspecciones que arrojaron como resultado 51 clausuras de boliches y comercios.
También advirtió que el consumo de alcohol predispone a todo tipo de accidentes porque “los reflejos disminuyen al igual que las capacidades psicomotrices, y esto expone a colisiones vehiculares, caídas, desvanecimientos y atropellos en la vía pública”.
Al respecto, detalló que la ley vigente establece que una persona no debe conducir si tiene más de 0,5 gramos de alcohol por litro de sangre “y para llegar a este nivel no hace falta mucho”.
“Se calcula que una persona que pesa 70 kilos llega al límite con sólo dos ´chops´ de cerveza, o dos vasos y medio de vino o dos medidas de whisky. Pero los efectos negativos aparecen mucho antes: con sólo 0,15 gramos la persona tiene disminuidos sus reflejos”, graficó.
