Un nuevo estudio sugirió un posible vínculo entre el bostezo y la estimulación sexual. Sin embargo, las causas exactas y su función siguen en el misterio, y, hasta hace poco, había sido escasamente documentado en el mundo científico. Un médico francés, Olivier Walusinski, publicó lo que algunos han proclamado como el primer libro de texto sobre la materia, «The Mystery of Yawning in Physiology and Disease», una colección de los últimos hallazgos sobre este comportamiento.
La publicación será tratada el 24 y 25 de junio en la Primera Conferencia Internacional sobre el Bostezo en París, que abordará, entre otras cosas, su papel como mecanismo que enfría el cerebro y su sexualidad oculta.
«Hay varias teorías, pero no hay una prueba formal hasta ahora de por qué bostezamos», dijo Walusinski. Lo que se sabe es que el humano medio bostezará unas 250.000 veces a lo largo de su vida y que los bebés en el útero lo hacen ya en la semana 12 a 14 de gestación, lo que sugiere que juega un importante papel neurofisiológico.
«Si un feto que pesa sólo 60 gramos puede gastar la cantidad de energía necesaria para bostezar y estirarse», dijo Walusinski para luego añadir que los pájaros y los peces también lo hacen, así como casi todos los vertebrados de sangre fría y caliente, con excepción de las jirafas y las ballenas, que no han sido captadas aún abriendo la boca involuntariamente.
En los humanos, el bostezo aún se considera una forma de incrementar los niveles de oxígeno en la sangre y eliminar el exceso de dióxido de carbono, aunque esta teoría fue descartada ya en la década de 1980.
¿Aumento de la vigilia?
El hecho de que bostecemos cuando se tiene sueño o se está aburrido ha llevado a recientes investigaciones a sugerir que se utiliza para aumentar la vigilia. Se supone que hacerlo cuando se tiene hambre respalda esta teoría aunque, a diferencia de los leones y otros carnívoros, los humanos ya no necesitamos tener los instintos alerta para cazar una presa.
En cuanto a por qué los paracaidistas bostezan antes de saltar, también se cree que podría estar relacionado con un estado de alerta. Pero además se especula con que ayudaría a contrarrestar un aumento del estrés.
«Lo que es seguro es que es contagioso», dijo Walusinski, y «esto se ha vinculado a la empatía en los humanos»
Un investigador holandés también sugirió una relación entre el bostezo y la sexualidad, basándose en pruebas circunstanciales, como representaciones de bostezos en la literatura y artes visuales.
En los animales, subrayó Walusinski, la relación es mucho más obvia. «En los macacos, el macho dominante bosteza antes y después de aparearse, y esto está condicionado por la testosterona», dijo Walusinski.