Funcionarios y expertos de la salud compartieron estrategias para prevenir el cáncer del cuello uterino en el marco del “Segundo Foro Universitario en Patologías de Tracto Genital Inferior Femenino”, que se realizó el pasado viernes en el Hospital de Clínicas José de San Martín. En el encuentro, que contó con la presencia del Ministro de Salud de la Nación, Juan Manzur y el rector de la Universidad de Buenos Aires, Rubén Halliú, se anticipó que a partir de octubre se vacunará contra el virus de papiloma humano (VPH) – el principal causante de la enfermedad- a 350 mil niñas nacidas en 2000, es decir, de 11 años.
La inmunización que cubrirá la cartera sanitaria previene la infección por los virus 16 y 18, que son responsables del 60-70% de los tumores de cuello de útero en el país y está comprobado que alcanza máxima protección cuando es aplicada a las mujeres antes del primer contacto sexual, idealmente entre los 9 y los 13 años.
Según indicó la Dra. Carla Vizzotti, Jefa del Programa Nacional de Enfermedades Inmunoprevenibles del Ministerio de Salud, se opta por inocular a los 11 años no sólo porque mayoritariamente es la época previa a las relaciones sexuales, sino también “porque a esa edad, se deben administrar otras vacunas también contempladas en el Calendario Nacional de Vacunación y de esa forma, se ahorran traslados al hospital”.
La funcionaria confirmó que ya ingresaron al país las primeras 450.000 vacunas de las 1.200.000 necesarias para proteger a la población objetivo. También recordó qué, para que la inmunización sea efectiva, se deben administrar tres dosis: luego de la primera, la segunda se debe dar a los 30 días y la tercera a los 180.
Pero las acciones preventivas no se limitan solamente a la vacunación, sino también a los controles, que no son sólo para las niñas. El Dr. Silvio Tatti, Director del “Programa de Prevención, Diagnóstico, Terapéutica y Vacunación en Patologías del Tracto Genital Inferior” del Clínicas presentó una propuesta para que sea realizada en los hospitales públicos. Se trata del Programa Ampliado de Prevención (PAP) en el que al momento en que se lleve a la niña a recibir la primera dosis, se le entregue a la madre un folleto informativo que relate la importancia de que su hija reciba las tres aplicaciones y se le ofrecerá también realizarse un papanicoulau.
“Cuando llegue el momento en que la niña reciba la segunda inoculación, se le darán los resultados a la madre y si es preciso se la derivará al Departamento de Oncología Ginecológica”, indicó Tatti para luego agregar que el plan resulta efectivo desde lo operativo, ya que “al mismo tiempo en que se vacunan 350 mil niñas, también se controlan 350 mil madres”.
Por último, Tatti indicó que este programa apunta “a la población que asiste al hospital público, que es la clínicamente necesitada de métodos de prevención y tamizaje” y que se evaluarán sus primeros resultados en abril de 2012.
“El ginecólogo, en la práctica, es el médico de atención primaria de la mujer, por lo que esperamos que se extiendan los controles y las visitas al profesional desde el vacunatorio”, concluyó el profesional.
Incidencia en las argentinas
El Cáncer de Cuello Uterino es el segundo en frecuencia en las mujeres. Se estima que 3.000 nuevos casos se producen anualmente en el país. Asimismo tiene una alta tasa de mortalidad: alrededor de 2000 mujeres pierden la vida por año.
Esta afección es causada por algunos tipos de VPH, que se transmiten generalmente a través de las relaciones sexuales. Según explicó la Dra. Alejandra Picconi, del Instituto Malbrán “existen más de 100 subtipos del virus, de los cuales sólo cuarenta producen patologías anogenitales”. Ellos se dividen en las cepas de bajo riesgo, que suelen producir verrugas y en las de alto riesgo, que son los 15 subtipos cancerígenos.
“El VPH ingresa al epitelio a través de microabraciones, y si bien en la mayoría de los casos el virus desaparece solo por la respuesta inmunológica, se producen lesiones si la infección persiste, y muchas de ellas tienen potencial oncogénico”, indicó Picconi.
La experta relató que “la resolución de la infección por VPH de bajo riesgo tarda de 4 a 9 meses, mientras que la de alto riesgo lleva entre 12 y 18 meses” y que si bien el virus suele adquirirse en la juventud con el inicio de la actividad sexual, es a partir de los 30 años “cuando la persistencia viral es mayor” y es más factible la aparición de lesiones.
Para prevenir estas patologías existen dos vacunas preventivas, pero no tratantes: la bivalente, que protege contra los genotipos de alto riesgo 16 y 18, y la cuadrivalente, que además de los mencionados, también inmuniza contra las cepas 6 y 11 de bajo riesgo.
Sin embargo, la inmunización no exime a las mujeres de continuar realizándose el PAP, que sigue siendo fundamental para prevenir los tumores causados por los tipos de VPH que no cubre la vacuna, y para prevenir las lesiones malignas causadas por una infección existente en las mujeres sexualmente activas. De confirmarse un resultado positivo, el análisis siguiente es la captura híbrida, que confirma qué subtipos de virus presenta la paciente.