Primeros mil días de vida, vitales en nutrición infantil

Por Celina Abud.- Según expertos, acciones simples inciden en la vida adulta. Una es la lactancia materna. Otra es esperar tres minutos antes de cortar el cordón umbilical para evitar deficiencias de hierro por un año.

Dres. Miguel Larguía, Elvira Calvo y Esteban Carmuega

Se suele culpar a los genes por muchos de los problemas de salud que ocurren en la adultez y si bien esta premisa tiene algo de cierto, también se puede hacer mucho desde la concepción para influir en la salud adulta. Esa es la propuesta del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI), que bajo el título “Los 1.000 días críticos: De la teoría a la práctica” generó una serie de propuestas concretas para promover el crecimiento saludable de los más pequeños y así prevenir problemas futuros como el déficit de hierro, la obesidad y la baja talla.

Según el doctor Esteban Carmuega, director de CESNI, “muchas de las acciones dentro de este período no representan un gran desembolso monetario en salud y algunas son gratuitas”. Pero más allá de los costos, “no hay inversión más rentable que la que se aplica a los mil días de vida”, ya que una buena alimentación entonces previene la desnutrición que, en sus diferentes formas, tiene altos costos en la sociedad, ya que representa la mitad de la mortalidad infantil, el 60% de la repitencia escolar y, en términos económicos, sólo curar la anemia representa hasta 2 puntos del Producto Bruto Interno (PBI) de una nación

El médico explicó que los mil días se empiezan a contar “desde el momento de la concepción, en el seno materno, pasando luego del nacimiento por una etapa de lactancia materna exclusiva que debe extenderse hasta los 6 meses de edad, para a partir de aquí iniciar la incorporación de alimentos que conviven con el amamantamiento, hasta llegar a los 2 años”.

Especificó que este período es “una llave para resolver problemas de desnutrición crónica, y carencias de micronutrientes como hierro, ácido fólico y zinc además de estimular tempranamente, lo que en definitiva mejora el crecimiento y desarrollo del capital humano de una sociedad”. Esto ocurre porque durante los primeros mil días “el genotipo tiene la suficiente plasticidad para modificarse y así formar el fenotipo adulto”.

La medida preventiva por excelencia es promover la lactancia materna, y si bien tras el parto prácticamente todas las madres salen de los hospitales y centros de salud amamantando a sus hijos, dos terceras partes de los niños reciben alimentos antes del sexto mes.

El doctor Miguel Larguía, Jefe de la División Neonatología del Hospital Materno Infantil Ramón Sardá, indicó que “la lactancia materna es lo único que necesita el niño en su primer semestre de vida, y no hay ningún alimento que reemplace sus propiedades, por lo que amamantar debe dejar de ser un estilo de vida y convertirse en una prioridad para los políticos, quienes deberían plantear que las licencias por maternidad duren al menos el doble de los 90 días actuales”.

Por otra parte, Larguía enfatiza en que “debe reclamarse el derecho de tener contacto piel con piel durante la primera hora de vida del bebé, que lleva el nombre de ´hora sagrada’”, ya que “el desarrollo cognitivo depende del vínculo y el apego” y además “se recomienda dar el pecho desde los primeros minutos de vida del bebé para prevenir enfermedades”.

Otro problema radica en combatir la carencia de hierro, que puede producir anemia principalmente en embarazadas y niños. Para solucionar este problema “se deben tomar decisiones técnicas, que no siempre se cumplen”, indicó la doctora Elvira Calvo, médica epidemióloga de la Dirección de Maternidad e Infancia del Ministerio de Salud de la Nación. La experta indicó que según la última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, publicada en 2007, “sólo el 15% de las gestantes tomaba a diario sus suplementos”, mientras que cuesta administrarles a los bebés el sulfato ferroso, porque tiene mal sabor.

Calvo relató que en EEUU se logró reducir la anemia infantil de un 30% a un 6% gracias a los productos fortificados y agregó que en Argentina “se le suele adicionar ácido fólico y hierro a productos como la harina y las leches de los programas de salud pública para embarazadas y niños, aunque todavía no existen cifras nuevas para determinar el impacto de esas medidas”.

Sin embargo, Larguía compartió una medida gratuita que en unos pocos segundos, evita que el bebé no tenga deficiencias ferrosas por al menos un año. Simplemente al momento de nacer, los médicos deben evitar clampar (cortar) el cordón umbilical inmediatamente, sino esperar al menos tres minutos “para que pase la sangre de la planceta al recién nacido, ya que está llena de hierro”.

Por otra parte, según explicó Calvo, “se ha percibido que el peso óptimo al nacer para el desarrollo saludable futuro del niño debe estar entre los 3 y los 4 kilogramos, y para lograrlo, la madre debe alimentarse adecuadamente en cantidad y calidad”, por lo que es importante que la gestante “siempre aumente de peso, porque es la forma de proporcionarle al niño los kilos dentro del rango adecuado y si la madre inicia el embarazo con sobrepeso, deberá subir menos, pero nunca bajar”.

Esta conclusión se desprendió del primer estudio multicéntrico que realizó el Ministerio de Salud de la Nación en embarazadas sanas en base a sus índices de masa corporal durante la gestación, con el fin de elaborar curvas de ganancia de peso recomendadas para la mujer argentina.

Las conclusiones fueron difundidas en un encuentro en el que se celebraron los 37 años de trayectoria del CESNI, una entidad sin fines de lucro que trabaja en la investigación de los principales problemas de nutrición infantil y promover políticas sanitarias que contribuyan a cambiar patrones de conducta

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