¿Qué circunstancias convierten a una persona en donante de órganos?

Por Francesco Garabello.- Es más probable integrar la lista de quienes esperan un trasplante que la de aquellos que han podido donar. Sin embargo, a pesar del notable incremento de voluntarios en nuestro país, aún subsisten miedos a la hora de considerar este acto solidario.

Dr. Horacio Aziz y foto del Facebook del Incucai sobre talleres de muerte encefálica.

Durante los últimos años, Argentina registró índices históricos en la generación de donantes. El  Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) informó que en 2011 el país alcanzó una tasa de 15,6 por millón de habitantes, lo que lo ubica entre los primeros de Latinoamérica. Por otra parte, las cifras del 2012 revelan que se realizaron 910 trasplantes gracias a 400 donantes reales. Sin embargo, aún hay unas 7.156 personas en lista de espera.

Si bien el trasplante es una alternativa de vida para cuando no existe otra opción terapéutica, las estadísticas indican que, más allá de las buenas intenciones, sólo 5 de cada 1.000 personas que mueren podrán cumplir con las condiciones para transformarse en donante de órganos. De ahí la importancia de la educación a la comunidad para desterrar mitos y conocer el valioso alcance de este acto solidario.

Causas y consecuencias

Existen varios centenares de patologías, congénitas o adquiridas, que pueden llevar a un paciente a necesitar un trasplante. Considerando la cifra, debería aumentar la preocupación porque haya una mayor cantidad de donantes.

En este sentido, el doctor Horacio Aziz, Presidente de la Fundación Argentina de Trasplante Hepático (FATH) expresó a Docsalud.com que “es mucho más mucho más probable que, en algún momento, integremos una lista de espera para ser trasplantados a que tengamos la oportunidad de donar nuestros órganos al finalizar nuestra vida”.

“Lo interesante, en realidad es preguntarse: ¿Cuáles son las causas o condiciones que me permiten a mí ser donante de órganos?”, agregó.

Aunque año a año aumenta la conciencia de la importancia de esta acción altruista, todavía existen miedos e inseguridades a la hora de considerar esta posibilidad. Generalmente, son el resultado de la falta de educación e información. Según el especialista, el temor de la gente que suele evitar hablar de este tema se relaciona a la idea errónea de que los equipos médicos puedan procurar la ablación sin haber hecho todo lo necesario para preservar su vida. “Estas personas desconocen el hecho de que, para calificar para donar, es necesario fallecer en la condición de muerte cerebral; es decir que sea el cerebro el primer órgano en morir”, aclaró Aziz.

Esta instancia de final de la vida, en nada se asemeja al estado vegetativo o coma profundo, que son situaciones en las que el paciente está vivo y padece un daño neurológico severo, pero potencialmente reversible.

Son escasas las causas por las que alguien puede padecer una muerte cerebral. Entre ellas, las más comunes pueden ser una aneurisma que derive en una hemorragia cerebral, una lesión vial con traumatismo de cráneo (como único o principal órgano dañado) o un asalto con un disparo a la cabeza. En estos casos, se produce una destrucción del cerebro que ocasiona la muerte del órgano. No obstante, gracias al automatismo del marcapasos natural del corazón, el cual seguirá latiendo durante un tiempo determinado, los distintos órganos reciben los nutrientes de la circulación sanguínea y se conservan en un “estado vital”.

En otras palabras, “si no se produjera alguno de estos eventos desafortunados, o no se padeciera una hemorragia cerebral, no hay causa por la que se pueda morir el cerebro”, dijo el especialista. “Al fallecer por cualquier otra enfermedad, no es posible ser donante”, agregó.

La donación y el sistema

El equipo médico que trata al paciente en vida no es el mismo que el grupo médico de ablación de órganos. Solamente después de agotar todas las posibilidades, y luego de ser declarado fallecido, en las condiciones necesarias, se considerará la donación.

El INCUCAI es el único organismo oficial que tiene autoridad para solicitar la donación y proceder a ejecutarla. Además, fiscaliza las intervenciones de trasplante en nuestro país. Esto garantiza la trasparencia en el proceso de acceso y disponibilidad de estos recursos tan valiosos.

La posición en la lista de espera no tiene en consideración factores como la etnia, edad, ingresos y clase social. Por el contrario, es imprescindible el tipo sanguíneo, la urgencia médica, la ubicación geográfica, el tamaño del órgano y la compatibilidad de los tejidos. 

Tráfico de órganos

De acuerdo a la legislación argentina, se exige que tres médicos firmen el acta de defunción tras haber certificado dos veces y con un intervalo de seis horas todas las exploraciones necesarias para confirmar el fallecimiento de la persona. Por otra parte, la complejidad, y el gran número de profesionales necesarios en un operativo de trasplante, como así también la necesidad de compatibilidad entre donante y receptor, hacen imposible concebir el tráfico de órganos. El INCUCAI ofrece todas las garantías de transparencia e idoneidad profesional para asegurar que el acto altruista de la donación.

¿Quién puede colaborar?

En Argentina, hasta hace unos años, la legislación establecía que, todo aquel que manifestara en vida su voluntad era donante. Desde el año 2006, a través de la sanción de la Ley 26.066, también conocida como Ley de Donante Presunto existe un nuevo marco regulatorio. La nueva normativa establece que toda persona capaz y mayor de 18 años pasa a ser donante de órganos y tejidos tras su fallecimiento, salvo que haya manifestado su oposición.

Sin embargo, “ambas leyes están ad referéndum de lo que decida la familia”, explicó el doctor Aziz. Esto significa que, a pesar de que el sujeto fallecido hubiera expresado su voluntad de donar o se lo considere como donante presunto, son sus familiares quienes dispondrán de los restos de esa persona. Este poder de revocación, según el especialista, es para que nadie sienta que no cuenta con “la protección última, final y decisiva “ de sus allegados.

“La donación de órganos, que es un acto de amor altruista, tiene mucho más que ver con la educación y la concientización de la población para que pueda tomar una decisión el día que uno fallece”, expresó el experto.

La posibilidad de ser donante se plantea una vez que la persona fallece y, por tal motivo, resulta importante hablar con la familia para que se respete la voluntad de colaborar. Sin embargo, “para poder tomar una decisión en algo tan trascendente como lo es generar vida después de la vida propia se necesita educación, porque no se puede decidir sobre algo que uno no conoce”, sintetizó Aziz.

La conciencia en la comunidad sobre esta necesidad mejoró mucho en los últimos años. Hoy en día, gracias a los esfuerzos del Incucai en la difusión de esta temática, la gente está mejor informada. Sin embargo, hay que seguir trabajando en este sentido. “A medida que avanza la ciencia, se descubren más enfermedades pasibles de ser curadas a través de un trasplante. Por lo tanto, a pesar del aumento de donantes, sigue aumentando de modo desproporcionado la necesidad de este recurso”, concluyó el presidente de la FATH.

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