Debido al incremento de casos de polio registrados desde inicios de 2014 en distintos países de África, Medio Oriente y Asia, la OMS acaba de declarar la diseminación de esta infección como una “emergencia de salud pública de importancia internacional”. La decisión surge luego de que se cumplieran las medidas previstas por el Reglamento Sanitario Internacional (RSI), una normativa de alcance mundial que, a través del trabajo mancomunado, ayuda a los países a salvar vidas y medios de subsistencia amenazados por la propagación de una enfermedad u otros riesgos.
Según el RSI, consensuado a nivel mundial y vigente desde 2005, por emergencia de salud pública de importancia internacional se entiende un evento extraordinario que, de acuerdo con lo establecido a través de procedimientos concretos, constituye un riesgo para la salud pública de otros Estados a causa de la propagación de una enfermedad, y podría exigir una respuesta coordinada entre países.
El RSI prevé procedimientos para obtener una evaluación técnica independiente respecto de su aplicación. Uno de ellos es la conformación de un Comité de Emergencias que tiene como función asesorar al director general de la OMS acerca de si un evento constituye una emergencia de salud pública de importancia internacional y sobre si corresponde formular, modificar, prorrogar o anular una recomendación temporal, como la que acaba de ser emitida en relación con la polio. En esta oportunidad, participaron de la sesión informativa las partes afectadas: Afganistán, Camerún, Guinea Ecuatorial, Etiopía, Israel, Nigeria, Pakistán, Somalia y Siria.
Para posibilitar la comunicación temprana y adecuada con la OMS respecto de posibles emergencias de salud pública de alcance internacional, el RSI establece los parámetros para la notificación sobre la base de los criterios siguientes: gravedad de las repercusiones de salud pública del evento, carácter inusitado o imprevisto del mismo, posibilidades de propagación internacional o riesgo de restricciones a los viajes o al comercio.
La notificación oportuna y transparente de los eventos, acompañada de una evaluación y efectiva comunicación de los riesgos por el Estado afectado en colaboración con la OMS, permitirá reducir, controlar y dar una respuesta a la diseminación a través de aeropuertos, puertos y pasos fronterizos terrestres. También disminuye las interferencias innecesarias con el tráfico y el comercio internacionales.
Finalmente, el RSI establece una nueva serie de normas encaminadas a apuntalar el actual sistema mundial de alerta y respuesta ante brotes epidémicos, y exigir a los países que mejoren los mecanismos internacionales de vigilancia y notificación de eventos de salud pública y refuercen su capacidad nacional de monitoreo y respuesta.