¿Se puede mejorar el rendimiento mental a través del movimiento?

Un nuevo sistema propone una rutina de ejercicios para superar problemas de aprendizaje, de atención, de comunicación y también de estrés. Tiene relación con la kinesiología educativa y usa técnicas accesibles.

Una serie de ejercicios que permiten detectar y equilibrar las tensiones que se acumulan a lo largo de la vida en el área del aprendizaje, el desarrollo de la creatividad y el logro de metas personales integran una novedosa técnica para despejar la mente, enfocar la atención y superar problemas para aprender, entre otros trastornos,

Su creador es el educador Paul Dennison, quien en 1979 fundó el concepto de kinesiología educativa en su Centro de Aprendizaje de California, EEUU. La gimnasia cerebral (brain gym)  propone hacer de cualquier habilidad una acción refleja y automática: así como en algún momento fue complicado leer o conducir y luego pasó a ser fácil y cotidiano, lo mismo ocurre al realizar los ejercicios de este método.

Además, con este sistema es posible intervenir en situaciones de estrés y armar nuevos circuitos neurológicos, ya que cada ejercicio conecta áreas específicas del cerebro. De este modo, se logra modificar patrones de conducta que afectan la calidad de vida. Dicho de otra manera, se consigue integrar los hemisferios cerebrales izquierdo y derecho, la sedación o activación de ciertas partes del cerebro y la recuperación de la capacidad innata de aprender para poder funcionar con la mayor efectividad posible.

A través de esta técnica es posible tratar problemas que dificultan el aprendizaje como la dislexia, la hiperactividad, el déficit de atención y mejorar habilidades como la concentración, la organización, la lectura o la escritura.

Se trabaja tanto con niños como con adultos jóvenes y mayores. Los ejercicios también son útiles para actuar con chicos con necesidades especiales.

Comprender la relación existente entre el cerebro y el cuerpo nos permite trabajar sobre los bloqueos o tensiones estructurales, las cuales con el paso de los años se naturalizan hasta considerarse como normales en la conducta de una persona.

Al mismo tiempo, el trabajo de la lateralidad, es decir, la capacidad de coordinar ambos hemisferios cerebrales, ayuda a leer, escribir y comunicarnos. Esto se expresa en el movimiento fluido del cuerpo y la habilidad de moverse y pensar al mismo tiempo.

Por su parte, el centrado o integración de las áreas superiores e inferiores del cerebro, se relaciona con la libre expresión de las emociones y permiten la seguridad, la organización del discurso y la capacidad de enfocarse en la tarea.

Entre tanto, la coordinación de los lóbulos posteriores y frontales del cerebro se relaciona con la participación y comprensión de nuevas situaciones y contextos. De esto depende la habilidad para  relacionar conceptos y analizar un hecho nuevo con información previa.

Así, la conexión neurológica perdida puede restaurarse mediante el simple hecho de caminar, ya que alternar el pie izquierdo con el derecho, nos proporciona equilibrio y conecta los dos hemisferios del cerebro. Pero no todo se resume en la buena práctica de caminar. La clave radica en la realización frecuente del PACE, una rutina de ejercicios con la que se busca revertir el problema. Este término es un acrónimo y significa positivo, claro, energético y activo.

La rutina comienza con la ingesta de agua, único conductor de energía eléctrica al cerebro. Luego, se masajea la base del cuello y el ombligo –puntos relacionados con la medicina china- para liberar miedos, llevar más sangre a la carótida y oxigenar el cerebro. Esto permite “salir de la confusión” y aclarar las ideas.

Posteriormente se realiza una marcha para que los hemisferios se crucen, por ejemplo, se puede tocar la rodilla izquierda con la mano derecha y viceversa. Por último se hacen los “ganchos de Cook”, plegando hasta el pecho la palma de la mano izquierda sobre la derecha. Esta figura representa el ocho tibetano, que se conoce como “la energía que no tiene comienzo ni fin”.

El programa continúa con la asistencia de un terapeuta que ayuda a la definición de una meta clara y concisa, una frase redactada en tiempo presente sobre la que se centra el trabajo. Luego se dramatiza la situación planteada y se aplican programas específicos o diferentes «menúes» de ejercicios según el caso.

Cabe aclarar que la rutina del PACE puede realizarse en cualquier lugar y en cualquier momento ya que lleva muy pocos minutos. Si bien es necesario que esté guiada por un profesional (instructor calificado y representante de la Fundación Internacional USA Brain Gym), para identificar el problema y expresar metas concisas, los primeros cuatro pasos pueden practicarse en forma personal y diaria, obteniendo muy buenos resultados.

La Dra. Susana Buscaglia es psicóloga e instructora avalada por la Fundación Internacional USA Brain Gym.

Más información: www.susanabuscaglia.com www.braingyminternational.org

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