Según OPS, riesgo de fiebre amarilla urbana en América siempre existe

Un experto de la organización sostuvo que la epidemia de Brasil podría propagarse a otros países como Paraguay, Bolivia, Perú y Ecuador, entre otros. Sugiere tomar medidas para combatir la propagación del mosquito Aedes aegypti.

La epidemia de fiebre amarilla que afecta a las Américas desde hace dos años con epicentro en Brasil puede propagarse a todos los países de la cuenca del Amazonas y el Orinoco e incluso volverse urbana, advirtió un experto de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Sylvain Aldighieri, director adjunto del Programa de Emergencias de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), llamó a combatir el mosquito Aedes aegypti, vector de la enfermedad en áreas urbanas. Durante una entrevista con la agencia AFP, destacó la campaña de vacunación en Brasil y dijo que seguir matando monos para evitar la fiebre amarilla «es una locura total».

– En varias zonas de las Américas se reportaron casos de fiebre amarilla en los últimos dos años. ¿Es el mismo brote?

– No, son focos diferentes en ecosistemas diferentes en Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana Francesa, Perú y Surinam. La fiebre amarilla selvática es endémica en parte de 13 países y territorios de las Américas. El brote actual en Brasil es el más importante desde los años 1940. De los más 800 casos humanos confirmados en las Américas entre julio de 2016 y junio de 2017, la gran mayoría ha sido en el sureste de Brasil.

– La fiebre amarilla es una enfermedad selvática y del mundo animal. ¿A qué atribuye esta expansión del virus entre humanos?

– Las ciudades eran mucho más pequeñas antes, ahora son megalópolis con ecosistemas selváticos cercanos o dentro de las propias áreas urbanas. Hay suficiente población de primates no humanos y de mosquitos selváticos en esos ecosistemas. También hay humanos no inmunizados que entran en contacto con esos ecosistemas. Y se observan otros aspectos favorables a la propagación, como la lluvia, la temperatura, la fragmentación de los bosques.

– ¿La fiebre amarilla puede volverse urbana?

– El riesgo existe siempre. Dependerá de la densidad del mosquito Aedes aegypti, vector de la enfermedad en áreas urbanas.

Hasta el momento no se han reportado casos de trasmisión por ese mosquito en ningún país de las Américas.

– ¿El Aedes aegypti ha estado implicado en brotes?

– La mayoría de los casos de fiebre amarilla en los últimos años fueron trasmitidos por mosquitos selváticos. El último foco por Aedes aegypti se presentó en 2008 en Asunción con 14 casos.

Antes había habido un foco así en Brasil, en los años 1940.

– La semana pasada Brasil informó de la detección del virus de la fiebre amarilla en el mosquito Aedes albopictus. ¿De qué tipo es ese?

– Es un mosquito que en las Américas se estableció en zonas periurbanas después de su introducción en la región. Sus criaderos se encuentran al margen de las ciudades, no en las ciudades como el Aedes aegypti. Aunque en otras regiones del mundo es un vector de trasmisión del chikunguña, por ejemplo, hasta ahora no se ha demostrado que juegue un rol en las Américas. Pero se mantiene bajo vigilancia.

– ¿Cómo se combate la fiebre amarilla?

– Tenemos dos armas. Primero, vacunar a la población en zonas próximas a ecosistemas selváticos. Y segundo, de igual importancia, controlar el Aedes aegypti. Es una lucha contra las larvas, los huevos y el adulto, en aguas estancadas y en depósitos de agua limpia.

– ¿Por qué Brasil está usando vacunas fraccionadas?

– Para aprovechar el stock existente y así vacunar a más personas en zonas de muy bajo riesgo. Es exactamente la misma efectividad.

– ¿Cómo evalua la gestión de este brote por parte de Brasil?

– Las medidas van por el buen camino. Es muy desafiante inmunizar a 100% de su población en áreas de riesgo. Brasil está priorizando la zona donde el brote está activo, apunta a una población objetivo de unos 24 millones de personas. Lograr inmunizar a los trabajadores jóvenes en zonas remotas es el mayor reto. Y después lograr un mínimo de cobertura en zonas urbanas.

– ¿Qué países deben estar atentos a la propagación de la enfermedad?

– Es muy difícil de anticipar. Todos los países de la cuenca amazónica y del Orinoco: Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y las Guyanas. El mayor desafío es en las zonas de colonización del ambiente amazónico, donde hay nuevos asentamientos, construcción de carreteras, exploración petrolera, minería legal e ilegal, desplazamientos de población. El criterio de riesgo aplica a esas poblaciones móviles en zonas que fueron selváticas.

– ¿Hay que seguir matando monos?

– No, es una locura total. El mono es el mejor aliado del ser humano, porque el mono que muere identifica la presencia del virus y alerta para iniciar una campaña de vacunación. Especies de monos en vías de extinción han sido impactadas por el virus el año pasado. Y matar a los pocos sobrevivientes es un nuevo ataque contra la biodiversidad. Las campañas de comunicación deben ser para impulsar la vacunación y para no matar a los monos.

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