Las Enfermedad de Crohn pertenece a las llamadas patologías inflamatorias del intestino, que son trastornos crónicos que afectan principalmente a este órgano y ocasionan a menudo dolor abdominal recurrente y diarrea persistente.
Existen dos patologías de este tipo, la Enfermedad de Crohn y la Colitis Ulcerosa. Como tienen muchas similitudes, a veces es difícil diferenciarlas y además ambas suelen aparecer entre los 15 y 35 años y se cursan en el 80% de los casos con brotes de exacerbaciones y remisiones.
En muchas ocasiones las enfermedades inflamatorias intestinales requieren de hospitalización y cirugía. Sin embargo, con una terapia médica y quirúrgica adecuada para cada caso, los pacientes pueden llevar una vida plena y productiva. En la mayoría de las veces se logra una remisión duradera.
La causa exacta de estas patologías se desconoce, pero se sabe que pueden afectar a hombres, mujeres y niños. Existen varios factores que incrementan la susceptibilidad para padecerla, como por ejemplo, ser de raza blanca, vivir en países desarrollados, ciertos componentes genéticos (familiares en primer grado de personas afectadas tienen un riesgo 4 a 20 veces mayor de presentarla que la población general) y el tabaquismo.
La Enfermedad de Crohn (EC) es una patología autoinmune, es decir que el sistema inmune natural del cuerpo no funciona como debería y reacciona atacando el tubo digestivo causando inflamación y dolor. También puede ser denominada “Enteritis Regional” o de “Colitis Granulomatosa”.
Esta patología afecta a hombres y mujeres por igual y parece perjudicar a algunas familias. Alrededor del 20 % de los enfermos de Crohn tienen un pariente consanguíneo con alguna forma de enfermedad intestinal inflamatoria, muy frecuentemente un hermano y a veces un padre o hijo.
Aparece con mayor frecuencia en individuos de entre 15 y 30 años, aunque puede ocurrir a cualquier edad. Personas de origen caucásico y judíos tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad, en comparación con otros subgrupos raciales y étnicos.
La patología suele manifestarse con alteraciones digestivas inespecíficas que aparecen con carácter recurrente, especialmente en pacientes jóvenes. Es habitual que la evolución de la enfermedad sea más severa cuando menos edad tiene el paciente.
Según el doctor Luis Boerr, jefe del Departamento de Medicina Interna del Hospital Alemán, se sospecha que un niño tiene enfermedad inflamatoria intestinal cuando presenta “detención del crecimiento, anemia, dolor abdominal, sangrado por el recto o con la materia fecal, diarrea, lesiones perianales y otras”. En el adulto las características son similares, aunque pueden observarse además fístulas y síntomas articulares, oftálmicos, dermatológicos y otros.
La EC es una patología dolorosa que puede alterar la actividad diaria, aunque el impacto es variable. En algunas oportunidades se manifiesta con una simple molestia, mientras que en otras repercute de modo significativo en la rutina. Existen múltiples opciones terapéuticas que ofrecen alivio a los síntomas. Por ello, es fundamental consultar con el médico para encontrar el tratamiento adecuado para cada paciente.
Entre las alternativas farmacológicas se encuentra el Certolizumab pegol, indicado para la reducción de los síntomas y para el mantenimiento de la respuesta clínica en pacientes adultos con enfermedad activa, moderada a severa, que hayan tenido una respuesta inadecuada con la terapia convencional.
Con el fin de evitar secuelas y mejorar la calidad de vida, es esencial optimizar el diagnóstico y el tratamiento, que debe ser continuo y adaptarse a la severidad y la localización de la enfermedad.
Aún cuando la causa de la EC siga siendo desconocida, la vida con esta condición puede mejorar consultando con un especialista lo más pronto posible e iniciando un tratamiento de manera rápida.
