En una primera infancia, tanto las nenas como los varones suelen ser sanos y los problemas de salud entre ambos son compartidos. Sin embargo, esta realidad cambia con los años, y ciertas enfermedades parecen preferir a las mujeres. En diálogo con DocSalud.com, la doctora Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para el Estudio y la Investigación de la Mujer) FEIM, indicó que no sólo factores biológicos sino sociales como la sobrecarga de actividades e incluso la violencia indirecta inciden en esta verdad.
“Cuando llegamos a una determinada edad, estamos llenas de responsabilidades como trabajar, estudiar, mantener una casa, cuidar de los hijos o de un familiar enfermo. Este ritmo tan intenso es causante de estrés, que deriva después en muchos problemas de salud”, sostuvo la titular de la FEIM.
Es que para Bianco, además de adoptar una conducta saludable, se necesita “un verdadero cambio cultural”, y muchas veces “es la misma mujer la que se resiste”. En sus palabras, para lograrlo, no sólo bastan las leyes sino promover desde el propio hogar las responsabilidades compartidas.
Cambios y constantes
Si bien el rol de la mujer se modificó, todavía se conservan ciertas conductas dirigidas a resignar el cuidado personal en pos del bienestar del entorno.
“Es cierto que solemos ir más al médico que los hombres, porque ellos tienden a ver las enfermedades como símbolo de debilidad. Sin embargo nos cuesta más seguir un tratamiento, y eso se ve en enfermedades crónicas como el VIH/Sida”, indicó Bianco al explicar que si más de un miembro de su familia convive con el virus, es la mujer la que se encarga de que sus seres queridos adhieran al tratamiento – incluso entrega su propia medicación- y “se olvida de ella misma”.
Otro de los padecimientos a los que el género femenino se expone por priorizar a sus allegados es la obesidad, ya que “privilegia que todos los demás coman bien y consume lo peor, no mide los hidratos de carbono, ni los dulces”, indicó la experta. A su vez, agregó que a raíz del sobrepeso, las mujeres registran un aumento de afecciones cardiovasculares asociadas o diabetes.
Es cierto que los problemas de salud varían de acuerdo a las actividades que se realicen: mientras las hiperactivas son más susceptibles a las contracturas y a las afecciones derivadas del estrés, las hipoactivas son víctimas de trastornos psicológicos asociados a la falta de realización personal. Sin embargo, en palabras de Bianco, ninguna de las dos está exenta de la violencia, en especial la psicológica.
“En tiempos de crisis, muchas veces la mujer conserva su trabajo mientras que el hombre no. Entonces el hombre empieza a celarla o insultarla, porque el rol masculino tradicional se ve afectado”, indicó la doctora. Por otra parte, las que no trabajan “muchas veces pueden sufrir de violencia económica, ya que sus maridos no les pasan plata y se ven atadas a situaciones donde la dependencia es total”, agregó.
Feminización de enfermedades
Desde la FEIM, Bianco participó en la Conferencia Mundial del Sida, celebrada en Viena en junio de 2010. Entonces, expusieron la situación argentina, donde se registra una feminización de la epidemia de VIH, especialmente en las más jóvenes, de entre 15 y 24 años, y las adultas que superan los 60. Vista la tendencia desde un punto de vista social, las más chicas se vuelven vulnerables porque les cuesta decir que no a una relación sin preservativo con un varón de más edad. Las más grandes, por su parte, acceden a un encuentro sin protección por temor a quedarse solas.
Pero existen otras epidemias que comienzan a volverse femeninas. Entre ellas, Bianco destaca el cáncer de pulmón, a causa del consumo de tabaco. Además de señalar que ahora las mujeres empiezan a figurar en las estadísticas de este mal, también les cuesta más dejar de fumar.
En esta realidad inciden factores biológicos, “ya que las mujeres son más susceptibles a desarrollar adicciones con dosis menores”. Pero también coayudan las presiones, la baja autoestima, la publicidad y las falsas ideas relacionadas con el género. “Cuando sos joven, si fumás sos más atractiva, más independiente más canchera. Además, te ayuda a mantener la línea. Con todas estas falsas creencias resulta muy difícil abandonar un hábito”, agregó.
Por otra parte, la doctora agregó que están en aumento las afecciones cardiovasculares y la hipertensión arterial (más común a edades avanzadas). Por último, cuesta llegar a un diagnóstico para la enfermedad isquémica, que solía ser “poco frecuente” para el género femenino.
Los cánceres más típicos
Uno de los más comunes entre mujeres es el de cuello de útero, muchas veces asociado al virus del papiloma humano (HPV), que puede trasmitirse por relaciones sexuales. “Por fortuna, este cáncer es fácil de detectar y de prevenir mediante la realización del papanicolau y la colposcopía. Pero las mujeres no siempre nos tomamos el tiempo para hacernos los controles todos los años y muchas veces los médicos tampoco nos lo recuerdan”, indicó Bianco.
En relación al de mama, “puede estar presente a todas las edades y no siempre es fácil de diagnosticar”, resaltó la presidenta de la FEIM. Sin embargo destacó que las mujeres ahora suelen realizarse el autoexamen de palpación y que tanto los estudios (mamografías – ecografías mamarias) como los tratamientos ya están estandarizado.
Otro muy común en el género femenino es el cáncer de colon, estrictamente relacionado con la dieta. Para prevenirlo se debe evitar abusar de las grasas y los hidratos de carbono y deben consumirse más fibras, ya que las mujeres, tienen “más dificultades en la movilización intestinal” y “una dieta mal balanceada puede ser un co-ayudante de la enfermedad”, afirmó la experta.
Cómo inciden los trastornos alimenticios de acuerdo a la edad
La adolescencia es un momento de alto riesgo para padecer algún desequilibrio en la alimentación, como la bulimia y anorexia. En palabras de la presidenta de la FEIM, en estos problemas de salud incide mucho el modelo a seguir. “Hace un tiempo los cánones de la belleza exigían la delgadez extrema. Hoy predominan más las curvas”.
Con la llegada de la maternidad “las mujeres comienzan a liberarse, pero no todas”, indicó Bianco. En ese caso, los desordenes empeoran, ya que buscan tener el mismo físico que cuando eran jóvenes, piel inclusive.
“La atención al cuerpo es tan centrada en las mujeres por un tema de seguridad en sí mismas, pero nunca suelen llegar a esa plenitud, ya que no se suele llegar al cuerpo que se quiere”, concluyó.