Los pacientes que experimentan pérdida de peso en los estadios tempranos del Parkinson pueden desarrollar una forma más grave de la enfermedad, mientras que aquellos que ganan peso presentan una progresión más leve, según un estudio publicado por el Journal of the American Medical Association (JAMA) Neurology.
Neurólogos del Massachusetts General Hospital (MGH) encontraron pruebas que vinculan la pérdida de peso con una progresión más rápida de la enfermedad en su fase inicial, mientras que un leve aumento de masa corporal en los afectados parece frenar su avance.
«Los pacientes que experimentaron temprana pérdida de peso resultaron tener formas más severas y sistemáticas de la enfermedad, posiblemente debido a la implicación del sistema neuroendocrino o el sistema gastrointestinal nervioso, mientras aquellos que ganaron peso tuvieron una versión más leve», explicó Anne-Marie Wills, líder del estudió.
Así, el Parkinson se suma a otras enfermedades degenerativas, como la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) o la Enfermedad de Huntington, cuyo avance está asociado a la pérdida de índice de masa corporal (IMC), una medida que expresa el peso relacionado con la altura.
Este estudio, liderado desde el Departamento de Neurología del Massachusetts General Hospital (MGH) y que también contó con el apoyo de otros ocho centros de investigación de EEUU, demostró por primera vez la relación de la masa corporal con el Parkinson.
El descubrimiento se produjo en un ensayo clínico con pacientes que se sometieron a un tratamiento pionero basado en queratina, en las etapas iniciales de la enfermedad.
A pesar de que la queratina no resultó ser un tratamiento efectivo, los datos recopilados durante el desarrollo del proyecto, entre 2007 y 2013, mostraron evidencias inesperadas sobre la relación de la masa corporal con el avance de la enfermedad.
El 77 % de los participantes (1.282 pacientes) mantuvieron estable el IMC; el 9 % (158 pacientes) perdieron peso y el 14 % (233 pacientes) ganaron peso.
Los pacientes que perdieron peso mostraron un agravamiento de los síntomas tanto del sistema motor y, frente a esto, aquellos que ganaron peso mostraron una ralentización del avance del Parkinson.
Por tanto, el incremento del IMC quedó relacionado con la contención de la enfermedad, que se mide en la Escala de Calificación Unificada de la Enfermedad del Parkinson (UPDRS).
En términos de supervivencia, no se percibió diferencia entre los tres grupos del estudio, pero los científicos atribuyen esto a que los pacientes se encontraban en los albores de la enfermedad.
En síntesis, el estudio sugiere que aquellos que tienen un diagnóstico confirmado deben cuidar su alimentación para mantener o incrementar levemente su masa corporal y así ralentizar los efectos de la enfermedad.
«Recomendamos atención a los cambios de peso en los pacientes desde las etapas más tempranas de la enfermedad», advirtió la doctora Wills.
No obstante, los neurólogos de Massachusetts piden prudencia, ya que la hipótesis se encuentra en la fase inicial y aún no se pueden introducir cambios en los tratamientos hospitalarios.