Vitamina D, la cara saludable de la exposición al sol

Conocida por ser esencial para los huesos, contribuye también a las defensas, el corazón y las funciones cognitivas. La produce el propio organismo, por acción de los rayos UVB sobre la piel. En menor medida, se obtiene también de algunos alimentos.

Durante la segunda década del siglo XX, el médico inglés Sir Edward Mellanby descubrió que la causa del raquitismo era una deficiencia nutricional. Con el avance de las investigaciones, se logró identificar a la sustancia clave: la vitamina D, que demostró ser esencial para el adecuado crecimiento de los huesos, pero también para la salud de diversos tejidos del organismo.

Con el tiempo se supo también que son muy pocos los alimentos que contienen vitamina D. Mayoritariamente, la fabrica el propio cuerpo, mediante un proceso que requiere de  la acción del sol sobre la piel. Luego, el hígado los y riñones completan su activación. Dado que la exposición solar, a través de los rayos UVB, es clave para la producción, la misma se ve afectada por la incidencia de los rayos del sol (ángulo, latitud y superficie de la Tierra), que es distinta en cada región del planeta. La incidencia será más adecuada en la zona del Ecuador y en los Trópicos que en los extremos norte y sur del globo.

En cuanto a los alimentos, la fuente más importante proviene del consumo de hongos desecados al sol. Le siguen, en orden decreciente, el aceite de hígado de balacao, el salmón, las sardinas enlatadas en aceite, las ostras, las truchas, el lenguado, la yema de huevo, el hígado de ternera, los productos lácteos y los cereales enriquecidos con vitamina D.

Sus aportes a la salud

Dentro de los efectos más conocidos de la vitamina D, está su función en el manejo de la concentración de calcio en el organismo, dando a la matriz de los huesos la solidez que la caracteriza, evitando la pérdida de masa ósea y, con ello, disminuyendo el riesgo de fracturas.

Otros efectos de esta sustancia se asocian con el rol que cumple en el metabolismo del calcio. Tiene la capacidad de sostener un adecuado balance neuromuscular, ayuda a mantener en forma adecuada el sistema inmunológico –disminuyendo el riesgo de algunas enfermedades, como la gripe– y favorece el buen funcionamiento del músculo cardiaco y la salud renal. Además, está demostrado que un nivel correcto de vitamina D contribuye a sostener un adecuado nivel cognitivo. Por ejemplo, en algunos casos de deterioro de la memoria y en situaciones particulares de depresión, la reposición externa de vitamina D logró mejorar estas condiciones.

El déficit y su tratamiento

Es importante tener en cuenta que algunas condiciones disminuyen la absorción de los rayos UVB, entre ellas: la piel oscura, la edad (a mayor edad, menor absorción), el uso de cremas solares con factor de protección elevado –que, sin embargo, debe fomentarse–, la contaminación atmosférica, la nubosidad y el uso de ropas que cubran todo el cuerpo, como sucede en los países de Medio Oriente.

Para medir la vitamina D, se requiere un análisis de sangre, el cual debe ir acompañado de mediciones de calcio, fosforo y magnesio. Además de darle al médico la pauta de la concentración que estas sustancias tienen en la sangre, los resultados obtenidos le permitirán al profesional indicar y controlar un tratamiento.

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