Cómo reconocer una amistad destructiva

Cuando nuestros camaradas no se alegran con nuestros logros, muestran sentimientos de envidian, nos critican sistemáticamente o nos aportan sus “recetas” debemos prestar atención al vínculo. 

La amistad es quizá una de las formas más puras del amor y siempre produce enriquecimiento personal porque aprendemos de nuestros camaradas, de sus experiencias y porque podemos compartir cierto grado de intimidad emocional.

Este vínculo se origina en la necesidad de tener compinches aliados que nos ayuden en situaciones incómodas, algunas veces difíciles. Nos ayudan a no sentirnos solos mientras atravesamos el conflicto.

La amistad es una construcción cultural que implica la aceptación voluntaria de ciertos modos de convivencia social y de interacción y para construir un buen vínculo es preciso tener confianza en ese otro al que consideramos nuestro amigo.

La profundidad e involucración en una relación de este tipo depende del compromiso recíproco de compartir situaciones privadas, y saber que no nos juzgarán, sino que nos darán aliento y compañía, como también nos dirán su opinión solamente cuando se lo pedimos.

Pero a veces adviene una desilusión y nos encontramos con actitudes no esperadas, no deseadas, que no nos benefician, sino que por el contrario, hasta pueden perjudicarnos.

Importantes factores intervienen cuando hablamos de una amistad destructiva, una amistad no verdadera o una falsa amistad. Algunos de ellos son:

• La envidia es un factor negativo que no beneficia a la amistad. Cuando una persona se pone infeliz por nuestros logros, compite y desvaloriza lo que conseguimos es momento de tomar distancia.

• Cuando un amigo nos critica sistemáticamente luego de confiarle algo o como respuesta nos da “recetas”, es probable que no sepa escuchar, no tenga empatía, no sepa o tal vez no pueda ponerse en el lugar del otro. Entonces, lejos de ayudar, producen el efecto contrario.

• Los “amigos” que no respetan un secreto y además lo usan como instrumento de poder para divulgarlo, y desvalorizarnos, tampoco son una buena compañía.

En síntesis, aquellas personas que no se alegran con nuestros logros, no se apenan con nuestros pesares o no se hacen presentes (aunque sea con una llamada breve) cuando atravesamos momentos difíciles,  no son amigos auténticos.  

*La Lic. Adriana Guraieb es Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí