¿Un disgusto puede desencadenar diabetes emocional?

El rol de las emociones en la diabetes (Foto: Pixabay)
El rol de las emociones en la diabetes (Foto: Pixabay)

Está comprobado científicamente que las emociones afectan los niveles de glucemia. Por eso, la diabetes originada por tensiones nerviosas, situaciones angustiantes y conflictos emocionales se denomina “diabetes emotiva”.

Emociones y glucosa

La doctora María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica y endocrinóloga, indica que “la experiencia con pacientes demuestra que aunque un diabético no haya comido durante más de 15 horas, puede tener una glucosa en sangre arriba de lo normal por haber vivido una situación de angustia, ira o ansiedad”.

La explicación de este fenómeno radica, según la doctora Rodríguez Zía, en una cuestión hormonal: “Cada vez que nos ponemos nerviosos sube un neuroquímico llamado adrenalina, y esta sustancia estimula directamente la glándula suprarrenal aumentando el cortisol (también conocido como hormona del estrés). Estas dos sustancias normalmente suben el azúcar en la sangre, desencadenando un cuadro de hiperglucemia”.

La diabetes emotiva afecta tanto al diabético tipo I como tipo II, ya que ante cualquier emoción que le incremente la adrenalina en primer término y, luego, el cortisol, sube el azúcar en la sangre. Sin embargo, si el paciente es insulinodependiente sus niveles de glucosa pueden subir más según los controles que tome, tanto de la insulina como de la alimentación.

El estrés como enemigo de la salud

No es ninguna novedad que el estrés repercute en todo nuestro organismo, generando múltiples complicaciones, incluso en los niveles de azúcar en sangre. “La tensión nerviosa –asegura la endocrinóloga- puede desbalancear a un paciente diabético perfectamente controlado. Esto ocurre, por un lado, porque suele alterar los hábitos alimentarios, lo que contribuye al desgaste del páncreas. De hecho, cuando el paciente vive un evento muy movilizante, como la muerte de un ser querido, un divorcio o la pérdida de su trabajo, por ejemplo, se puede declarar el fin de la función del páncreas”.

Esto último sucede porque cuando la persona está estresada produce la hormona cortisol y, en consecuencia, sube su azúcar en sangre. “Esto genera que el páncreas deba crear más insulina. Y, sumado a esto, el cortisol incrementa su apetito, haciéndolo comer desordenadamente y aumentando la toxicidad en su cuerpo”, explica Rodríguez Zía.

De esta manera, el estrés, junto con el desorden alimenticio y la falta de ejercicio, crean un círculo vicioso que afecta directamente la calidad de vida del paciente con diabetes, cuyos altos niveles de glucemia lo exponen a un mayor riesgo de infartos agudos de miocardio, insuficiencia renal crónica, cataratas, ataques cerebrovasculares, entre otras dolencias.

A largo plazo…

Consultada sobre qué pasaría sí el estado emocional que subió la glucosa en un diabético se prolonga en el tiempo, la doctora Rodríguez Zía comenta que ya no se producirá un shock agudo de hiperglucemia, sino que se van a incrementar los niveles crónicos de azúcar en sangre.

“Si no existe un control médico adecuado, los altos niveles crónicos de glucosa en sangre llevan al cuerpo a un proceso denominado glicosilación, que determina que luego aparezcan problemas oculares, renales, pie diabético, entre otras complicaciones. Pero esto se puede controlar manejando, por un lado, las emociones y, por otro, cumpliendo con los controles propios de la diabetes a nivel clínico”, indica la especialista.

Prevenir y tratar

Si los pacientes están verdaderamente comprometidos con el tratamiento de su enfermedad, muchos de ellos “llegan a autocontrolarse y, con el tiempo, son sus propios médicos. Solo acuden al profesional para actualizar las indicaciones. En este punto, cabe destacar que es fundamental el control emocional para que un paciente logre la autodependencia”, asegura Rodríguez Zía.

Por ello, si un diabético sabe que va a enfrentarse a una situación emocional fuerte, conociendo su patología y sabiendo qué relación tiene con sus emociones, puede adelantarse a estos eventos, tanto sea con el control de las comidas y con ejercicio, o bien modificando su medicación en forma aislada. “Se tiene que controlar la glucemia y si lo requiere puede plantear una corrección, ya sea con insulina (tipo I) o con medicación (tipo II)”. Por otro lado, Rodríguez Zía también aconseja concurrir a un terapeuta que le ayude a transitar la cuestión emocional.

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